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El (golpeado) bolsillo de los contribuyentes en 2021
El 2021 empezó con la segunda ola de la pandemia, que fue peor que la primera. Volvieron los contagios y las muertes. Ello no solo afectó a miles de familias que perdieron a más seres queridos, también a otras que deseaban salir de la crisis económica, debido al frenazo del aparato productivo en 2020.
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El 2021 empezó con la segunda ola de la pandemia, que fue peor que la primera. Volvieron los contagios y las muertes. Ello no solo afectó a miles de familias que perdieron a más seres queridos, también a otras que deseaban salir de la crisis económica, debido al frenazo del aparato productivo en 2020.
Factores internos y externos golpearon los ingresos de los hogares peruanos. Actualmente, la inflación, a noviembre, está en 6.24%. Al cierre de 2021 es probable que supere el 7%, muy por encima del rango meta del BCR de 2%, con un margen de +/-1%. Es la cifra más alta en 10 años.
En 2008 fue de 6.7%, casi por las mismas causas de hoy: alza de precios internacionales y problemas de oferta (maíz, trigo, soya, petróleo, gas y dificultades en la logística mundial), pero ahora tenemos una variable adicional: la incertidumbre política, que influyó en el aumento histórico del tipo de cambio. El sol se depreció 11.8% frente al dólar, lo cual tuvo un efecto de 1.2% en la inflación. Para muchas familias, esa cifra hace la diferencia. Según el INEI, en el año móvil octubre 2020 – setiembre 2021, los sueldos promedio en Lima Metropolitana fueron de S/1,379, un 5.7% menos que en octubre 2019 – setiembre 2020, y 12.8% menos que en octubre 2018 – setiembre 2019.
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Si consideramos que el costo de la canasta básica es de S/360 por persona (al 2020) y vemos los ingresos promedio por sexo, una familia de cuatro personas en la que solo el padre trabaja estaría cubriendo sus necesidades básicas y queda un saldo para ahorro y esparcimiento, dado que gana S/1,564, pero si es la madre la que trabaja, la familia no logra cubrir bienes importantes por S/313, que equivale al 23% de la canasta.
¿El gobierno tiene responsabilidad en esta situación? Sí, porque cometió todos los errores posibles, mandó los mensajes equivocados, provocó incertidumbre y desconfianza, y afectó las expectativas de inversión, sin la que no habrá empleo adecuado ni mejores sueldos, y los bolsillos de los contribuyentes seguirán agujereados.
La informalidad también aumentó
El desempleo generado por la pandemia durante todo el 2020 se ha venido reduciendo este año, pero en el lado informal de la economía nacional. Justamente donde la productividad es baja, por lo que se pagan sueldos paupérrimos. Según el Instituto Nacional de Estadística de Informática (INEI), a nivel urbano y para el año móvil octubre 2020-setiembre 2021, se calcula en 9 millones 516 mil personas las que tienen un empleo informal, lo que representa un 73% del total de empleados en el área urbana.
Si lo comparamos con un año atrás, la población con empleo informal aumentó en 22.9%, a 1.7 millones de personas y respecto a dos años atrás (octubre 2018-setiembre 2019), creció en 686 mil personas, un 7.8% más. En las zonas rurales, el nivel de informalidad llega a un increíble 95.6%.
Para revertir esta situación, la incertidumbre política debe reducirse, para empezar a atraer inversión privada, que es la que genera puestos de trabajo de calidad.
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La Yapa: el incremento del precio del gas
El alza del precio del gas, tanto natural como el GLP, es uno de los factores que más hicieron subir la inflación en los últimos meses. En noviembre, aumentó un 10.5%, pese a que el GLP retornó al Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC). Esta medida no tuvo resultados, porque el gas sigue aumentando de precios en el mercado internacional. Dos motivos generan el incremento. La primera es la reactivación económica mundial y la segunda es la llegada del invierno boreal que hace que la demanda por el gas se incremente para enfrentar el frío.
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