Actualmente existe un riguroso sistema de fiscalización ambiental por parte del Estado, siendo la minería formal la actividad más regulada y, por ende, la que cumple de manera más estricta el logro de estos objetivos de “acción por el clima”. Es positivo el rol del Estado, pero éste también enfrenta desafíos, como la eficiencia en la revisión de expedientes y el fortalecimiento de las capacidades técnicas de los funcionarios públicos. A ello se suma el necesario fortalecimiento institucional para intervenir en actividades no fiscalizadas, como la minería ilegal que en el último tiempo se ha multiplicado en nuestro país, y que viene depredando nuestros recursos naturales, contaminando el aire y los ríos. Esta se ha convertido, sin duda, en el principal problema para poder cumplir este objetivo de la Agenda de Desarrollo Sostenible mundial.