Micaela Rizo Patrón, gerente general en Perú Sostenible
Qué valioso y necesario ejercicio para estos tiempos complejos, donde mi optimismo inquebrantable a veces se siente raro y literalmente, terco, que nos pongamos a pensar en el porvenir del país. Bajo el lente de la sostenibilidad el Perú no solo sí tiene futuro, sino que tiene la posibilidad de ser un país líder y referente en el mundo.
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Entiéndase esto en el sentido del desarrollo sostenible, donde un país avanza en balance, idealmente armonioso y dinámico, mejorando la calidad de vida de las personas, asegurando el cuidado del medioambiente y creciendo económicamente de manera inclusiva. Este triple impacto positivo de interconexión entre las personas, el medioambiente y la economía resume justamente las razones que quiero sustentar.
Comencemos por las personas. Aquí tenemos dos razones claves que resaltar: nuestra diversidad y nuestra vena empresarial.
Somos un país genuinamente diverso, que reúne muchas culturas, con historias milenarias y miradas del mundo diferentes. Según el Ministerio de Cultura, en el Perú tenemos 48 lenguas originarias. La multiculturalidad se manifiesta en nuestra gastronomía, nuestro arte, nuestra música, nuestra celebración de la vida y nuestra conexión con el territorio y la naturaleza. La increíble experiencia peruana de tradición criolla, costeña, marina, andina, selvática, mestiza, morena, de vals, de salsa, de cumbia, de chicha, ¡de abundancia!
Es importante reconocer que la diversidad es una valiosa fuente de resiliencia y creatividad, de una cultura de emprendimiento frente a la adversidad. Peruanas y peruanos con garra, emprendedores que luchan día a día para salir adelante. Citando a Arellano: “¡Somos el país más empresario del mundo!”. Con alrededor de 2.3 millones de empresas formales, se calcula que hay una empresa por cada 14 peruanos. Mientras que en Chile hay una empresa formal por cada 18 chilenos, en Estados Unidos una por cada 22 y en Colombia una por cada 33. Y, si consideramos a las empresas informales, la cifra en Chile y Colombia es 15 y 21 respectivamente, y en Perú es de una empresa por cada 7.5 habitantes (Arellano, 2021). Esta cultura empresarial genera soluciones, y nos lleva a generar valor.
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Pasemos al segundo eje, el medioambiente, donde no es casualidad que también nos defina la diversidad. Tenemos una geografía compleja, que si bien muchas veces ha sido un reto para conectarnos como país, hoy nos distingue con múltiples ventajas competitivas, ideales para adaptarnos a diferentes desafíos globales.
Somos uno de los 17 países megadiversos del mundo. Esta biodiversidad, esta riqueza, se da a nivel de ecosistemas, de especies y genes, teniendo varios récords de flora y fauna. Contamos con el 71% de los glaciares tropicales del mundo y con 84 de las 104 zonas de vida. Somos el país número uno del mundo en agrobiodiversidad, con distintos cultivos oriundos, y más de 4 mil variedades de papa producto, en parte, de nuestros 6,000 años de historia de innovación agrícola. Y esta diversidad, de nichos, de sabores, de productos con historia, es lo que el mundo busca. Un plato de comida, con la creatividad de nuestros chefs, con los colores de nuestro Perú, genera muchísimo más valor agregado adicional que la papa, el arroz y la carne que lo componen. La diversidad, la cultura, las historias y los servicios son la base del valor en el siglo XXI.
Esta riqueza también es abundante en diferentes recursos naturales claves para el desarrollo de nuestro país. Somos el segundo mayor productor de cobre a nivel mundial, mineral esencial para la transición energética global. Por otro lado, Perú tiene un potencial envidiable para la producción de energía renovable, hidro, solar y geotérmica en diferentes regiones del país.
Esto me lleva al tercer eje, la economía. En nuestra historia hemos vivido booms económicos, como el del caucho y el guano, caracterizados por una extracción irresponsable. Hoy debemos mirar al futuro con otros ojos. El desarrollo sostenible se basa en el aprovechamiento adecuado de los recursos, donde se genera valor a la vez que se busca regenerar la naturaleza. El Perú, con su gran riqueza natural, tiene una gran oportunidad para crear valor sostenible y ofrecer lo que el mundo necesita: cobre proveniente de minería sostenible, energía renovable, producción agrícola sostenible, cultura y diversidad para un turismo inigualable, por mencionar algunos ejemplos.
Existen muchas razones para creer en el Perú, pero, como dijo Vallejo, “¡Hay, hermanos, muchísimo por hacer!”. No queda duda que al enumerar las tareas y desafíos pendientes para avanzar en la ruta del desarrollo sostenible: institucionalidad, productividad, seguridad, confianza, eficiencia, competitividad, la lista es larga.
Dicho eso, es importante comenzar por lo primero: las personas. Como plantea el economista premio nobel Amartya Sen, el punto de partida para el desarrollo está en promover las capacidades de las personas, que dependen de lo más básico: una alimentación adecuada para que el cerebro se desarrolle normalmente, una educación de calidad y seguridad para vivir sin miedo.
Finalmente, en vez de entrar al debate sobre quién es el responsable, quisiera cerrar invitándolos a reflexionar diferente. Comencemos con nosotros mismos, con creérnosla y sentirnos parte del todo, respetarnos y dar el ejemplo para cuidar nuestro país, para que todos nos podamos sentir orgullosos de ser peruanos. El cambio comienza con uno mismo. Hagamos que esta terquedad positiva se convierta en una realidad a favor del país, a favor de todos.
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