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[OPINIÓN] Felipe Morris: La importancia de un ministro de Economía fuerte
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La semana pasada vivimos lo que podemos llamar una comedia de equivocaciones. Por un lado, la presidenta Boluarte convocó a dos exministros “para discutir estrategias económicas” sin presencia del ministro del portafolio, un desaire innecesario que ocasionó que este anunciara que renunciaba “ante falta de transparencia y por discrepancias sobre Petroperú”, que obviamente se vincula a presiones para continuar financiándola. Renuncia que luego desmintió.
Aparecieron todo tipo de especulaciones y quién sabe cuál será cierta, pero la opinión generalizada el jueves pasado era de tranquilidad ante el cambio de ministro. Ese solo hecho hace insostenible su permanencia y antes de este lamentable incidente ya corrobora la pérdida del peso relativo del ministro y su sector para defender sus políticas en el Congreso o en el mismo gabinete. Es inevitable un cambio de timón en el manejo del MEF.
Nuestra economía está casi parada y con perspectivas de bajo crecimiento si no se genera un shock de confianza. El problema es que para convocar a un ministro con el perfil necesario para dar tranquilidad a los inversionistas y consumidores se requiere que se cambien otros ministros. Nadie que se respete va a aceptar tomar ese ministerio sin estar acompañado en el gabinete por ministros en algunos sectores claves que sintonicen con los objetivos de las políticas económicas necesarias para reactivar nuestra economía. Esto incluye al menos a los ministros de Energía, Trabajo, Agricultura y Transporte y Comunicaciones. Se requiere un ministro como lo fueron en su oportunidad Boloña y Camet bajo Fujimori, PPK y Zavala con Toledo y Carranza y Benavides en el segundo gobierno de García; con la convicción y la fuerza para controlar los ímpetus populistas del Congreso y liderar una política económica consistente desde el gabinete actuando como el director de orquesta.
¿Cuál debe ser el perfil de un buen ministro de Economía? Antes que nada, debe ser un excelente profesional (preferentemente economista) con personalidad, ideas claras, capacidad de gestión, y con experiencia en el mundo empresarial, lo que ayudará a destrabar los proyectos privados y públicos. Además, debe tener liderazgo y autoridad para plantear sus argumentos ante la presidenta y su gabinete y articular sus políticas con los distintos ministros; y manejo político para navegar por las turbulentas aguas de nuestro Congreso. Con las capacidades para convencer a los políticos de la importancia de coordinar esfuerzos para generar estabilidad y reactivar nuestra economía. No es fácil convocar a una persona así y requiere humildad y sapiencia por parte de la presidenta para reconocer la urgencia de un recambio ministerial. La pelota está en su cancha. Una mala elección implica mantener una economía en modo sobrevivencia, incapaz de generar los empleos necesarios para reducir la pobreza, condenándonos, y a lo que queda de su gobierno, a la mediocridad.
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