[Opinión] Jessyca Sampe: “La autorregulación de las emociones”

La sociedad y la cultura juegan un rol importante en enseñarnos a regular las conductas agresivas. Es por lo que, nuestro entorno más cercano, como la familia y la escuela, son quienes ejercen una primera línea de aprendizaje sobre que conductas son permitidas y cuáles no. Este aporte es mayor si estamos en una etapa de desarrollo físico y emocional, como es en la niñez y la adolescencia.

Sin embargo, las interacciones que podemos tener con otros usando medios como los digitales, son también espacios de fuerte influencia en el desarrollo de conductas agresivas. Actualmente, estos medios son los que están ejerciendo mayor poder en la conducta de niños, niñas y adolescentes. Sobre todo, si es que un adulto no es capaz de ayudarlos a procesar y analizar la información que reciben, y si lo que observan son conductas agresivas a las que están expuestos sin ningún filtro de protección para menores.

Escenas de violencia que se transmiten en las noticias por la televisión o las redes sociales no pueden llegar directamente a los niños y adolescentes, deben ser mediadas por un adulto que les permita procesar, analizar las circunstancias y sobre todo escuchar lo que piensan, sienten o creen los niños y adolescentes frente al hecho. Por ello, se vuelve fundamental el acompañamiento del adulto, de lo contrario estas imágenes se pueden concebir como cotidianas, normales y que puedo imitar para expresar mis sentimientos de cólera, irá, o frustración.

Si bien las emociones nos permiten actuar frente a una circunstancia en particular, es necesario que podamos ser capaces de reconocerlas en nosotros mismos para poder regularlas, de tal manera que nos ayuden a adaptarnos de manera positiva a nuestro entorno y que nos permita ser capaces de desarrollar relaciones saludables, que tanto necesitamos en el mundo de hoy.