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Ruth Villcas, mecánica: “Fue complicado buscar trabajo; me decían: ‘esto no es para ti’”
Migró de Cusco porque su madre sufrió violencia de género. Ruth Villcas se propuso ser mecánica automotriz, y superó lo soñado. Esta es su historia: entre los autos de carrera y la maquinaria pesada.
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“Mañana nos vamos a Ayacucho, a las carreras, alista tus cosas”, anunciaron. Había llegado el momento que esperaba luego de tres años de intentar ser parte del equipo mecánico que iba a las competencias. Ese día prefirió caminar hasta su casa después del trabajo, de Chorrillos a Surco. En el camino, saltó y lloró de alegría. “¡Por fin!”, gritó. Así se convirtió en la única mecánica en las carreras y tal vez en la primera. Sacaba llantas, se bañaba en aceite, todo para que el equipo gane. “Eres una mecánica”, le decían con sorpresa. Se tomaban fotos con ella. Y llegó su primer Caminos del Inca, donde hizo historia. “Me hice famosa en los autos de carrera”, dice y sonríe.
Ruth Villcas ha emprendido otra carrera: destacar en la maquinaria pesada. Es técnica asistente en equipos de construcción para la compañía de servicios mineros Komatsu-Mitsui. “Dicen que el trabajo de la mecánica es algo rudo, pero eso no está en mi mente”, me dice sobre su labor donde predomina el conocimiento de la máquina.
Además de trabajar en los equipos para el diagnóstico, mantenimiento y reparación de sofisticados vehículos de pilotos como Nicolás Fuchs y Ricardo Dasso, entre los más premiados del rally peruano, llegó a ser parte del equipo de Miguel Álvarez en el rally Dakar en el Perú. Hoy, de lunes a viernes está en maquinaria pesada y los fines de semana, apoya en las carreras de autos. Por lo pronto, la mecánica natural de Quillabamba, Cusco, está de vacaciones y siendo las 11:30 de la noche nos da esta entrevista.
-¿Fue difícil entrar al rubro de maquinaria pesada?
Bastante, porque yo he estudiado automotriz, yo no sabía nada de maquinaria pesada o sistema hidráulico, pero me dieron una oportunidad grande. Antes estuve en carrera de autos y ya quería practicar con maquinaria pesada, lo que nació desde pequeña, pero no lo pensé realizar porque siempre dicen que la maquinaria pesada era para hombres. Y se me ha dado la oportunidad para demostrar que sí puedo.
-Si bien desde niña te gustaba jugar con carritos, ¿en qué momento decides que debes estudiar mecánica?
Cuando acabé el colegio tenía dos profesiones en mi cabeza: ser policía y la automotriz. Postulé a la Policía, no se me dio por la talla: 1.54 metros. Me fui triste, pero decidí postular a Senati e ingresé. El primer día de clases, llegué y era la única mujer. Nunca había estudiado con tantos hombres (ríe). Al principio, me chocó un poco: todo el mundo me veía de pies a cabeza, pero me propuse ser la mejor. Y cuando acabé la carrera, seguí siendo la única mujer. Me llegaron a tener respeto.
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-¿En casa qué te decían?
Se sorprendieron: “Tú eres mujer”, me decían. “¿Y eso qué tiene que ver? Me gustan los carros”, respondía. Pero mi mamá siempre me apoyó.
-¿Ella a qué se dedica?
Es comerciante, vende frutas y verduras, y también la he ayudado.
-¿Y el padre?
Vive en Cusco. Mi mamá sola ha sido la que me ha apoyado vendiendo su fruta y verdura, desde siempre; desde los 6 años que llegué a Lima, mi mamá se dedicó a ser comerciante. Vinimos de Cusco. Mi mamá decidió empezar de cero.
-¿Por qué migraron?
Por mi papá, que le pegaba mucho y ella nos llevó a Lima, a mi hermana y a mí. Tuvimos la ayuda de mi tío. Mi mamá ingresó a trabajar como empleada a una casa y le regalaban juguetes: muñecas, carros; mi hermana se agarraba las muñecas y yo, como era la menor, me quedaba con los carros y me dediqué a jugar con los carritos.
-¿Tu hermana qué estudió?
Administración de empresas.
-¿Recuerdas con nostalgia esa época o quizás con rabia?
Con tristeza. Veía cómo mi papá le pegaba a mi mamá. Ya en Lima jugaba sola con los carritos. Y mi mamá casi nunca estaba, estábamos con mi abuelita, porque mi mamá trabajaba cama adentro. Mi mamá trabajaba duro para sacarnos adelante. Hoy ya vivimos juntas.
-Ella ya debe estar tranquila de que sus hijas, finalmente, son profesionales.
Sí... Nos hizo estudiar.
-¿Qué expresiones machistas te ha tocado afrontar?
Fue complicado buscar trabajo; me decían: “No, qué vas a poder”, “no queremos mujeres”, “esto no es para ti, te estás equivocando”. Y llegué a un taller y me dicen: “Ya pues, pero semanal te voy a dar 50 soles”. “No importa”, dije. Tenía que demostrar que podía trabajar. Tuve que demostrar que podía sacar una llanta, que podía cambiar los aceites, las bujías. Más adelante, un señor me llevó a otro taller y luego pasé a otro taller, de una señora, donde me pagaron 150 semanal.
-¿Y cómo llegas al mundo de los autos de carrera?
El socio de la señora venía los sábados y yo me quedaba hasta tarde, 6, 7 de la noche, ayudando, limpiando los carros. Los demás se iban a las 4. El señor veía eso, y me ofreció entrar a los autos de carrera. Pero no me aceptaban. Decían cosas negativas. Me distancié de mis amigos, de mi familia, todo era el trabajo. Pero no querían que vaya a las carreras. Pensé: “Algún día será”.
-¿A qué atribuyes que has logrado lo que te propusiste?
Nunca me rendí a pesar de las barreras. Me hacían llorar porque decían: “No tiene ni fuerza”, yo escuchaba eso y pensaba: “Que mis lágrimas no sean en vano”. Mi mente estaba en demostrar a quienes no creen en las mujeres que sí podemos.
-Eres guerrera como tu madre.
Sí. Hoy en los autos de carrera buscan chicas como yo. Me alegro por haber dejado eso. Llegué a cumplir mis sueños más de lo que había pensado.
AUTOFICHA:
-“Soy Ruth Deysi Villcas Huillca. Tengo 25 años. Nací en Cusco. Sí me gustaría llegar a chambear manejando maquinaria pesada, me gustaría llegar a una mina con maquinaria pesada; sé que se empieza de abajo y sé que estoy en el nivel medio para lograrlo”.
-“Siempre he soñado con tener mi propia empresa, un taller de mecánica de autos. Mi mamá está recontraorgullosa de haber demostrado que las mujeres podemos, y que haya cumplido más de lo que eran mis sueños, que haya llegado a Caminos del Inca, al Dakar”.
-“Estuve en el último Dakar en el Perú, con Miguel Álvarez. En ese tiempo, Fernanda Kanno también me llamó, pero vino la pandemia. No tengo auto, pero ya pronto (risas); me gustaría tener un Toyota, una Raw. ¿Si me gustaría correr autos? Es invertir bastante plata, aunque si me auspician, sí me gustaría (ríe)”.
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