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Ísola: ‘Aún siento nervios antes de salir a escena’
Es actor y director, pero dice que quiere ser recordado como profesor de teatro. Han pasado 40 años desde su debut en las tablas y cada salida a escena el nerviosismo, la adrenalina, sigue viva.
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Por Jaime Cabrera Junco (@leeporgusto)
Así como los futbolistas calientan los músculos antes de salir al campo de juego, algunos actores también realizan precalentamientos. Ese parece ser el caso de Alberto Ísola, quien sentado en una silla espera sobre el escenario fumando un pequeño habano. No es un vicio personal, sino de su personaje, el pintor Mark Rothko, a quien interpreta en Rojo (que va en el teatro La Plaza).
Cuando lo tenemos al frente la expresión que dibuja su rostro es de meditación absoluta tanto que no se percata de nuestra presencia. Luego del "buenas tardes, señor Ísola", parece despertar. En realidad quien duerme ahora es su personaje, pero el pequeño puro seguirá encendido durante toda la entrevista.
Cuando era niño, dice usted, que era una persona retraída y le gustaba mucho leer. ¿Podríamos decir que haber sido poco sociable lo volvió un lector?No, creo que con la familia que tuve, con las abuelas que tuve con esta tradición de leer, hubiera sido un lector igual si hubiera sido una persona extrovertida. Claro, el hecho de ser un niño retraído y solitario hizo que la afición por la lectura fuera todavía aún más apasionada.
¿Recuerda cuáles fueron sus primeras lecturas? ¿Cuáles fueron los autores o libros que marcaron su infancia y adolescencia?Lo que más me impactó de niño fueron dos libros: Pinocho, de Carlo Collodi, que sigue siendo uno de mis libros favoritos y que no es, como la gente piensa, un libro para niños. Y el otro libro que me capturó de niño fueron los cuentos de Hans Christian Andersen, cuyas historias tienen que ver con la soledad desde El patito feo, El soldadito de plomo o La sirenita misma, que ha sido 'pasteurizada' por Walt Disney.
¿De niño lo llevaban al teatro?Sí, veía mucho teatro de títeres. En esa época —estamos hablando de mediados de los 50—, no había mucho teatro para niños, pero sí mucho teatro de títeres. Y de niño tuve una colección impresionante de títeres y para mí el teatro eran los títeres. Recién a los 15 o 16 años empecé a ver teatro más seguido.
Lee la entrevista completa en nuestro blog Lee por Gusto.
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