La primera vez que entró a un circo fue en el Perú y para trabajar, y desde entonces no dejó de presentarse en las carpas, siempre parodiando a una robot. Este año no será la excepción y ahora en Lima Este, en Chosica.
MIRA: Los Auténticos Decadentes: ¿Por qué son tan populares en el Perú?
Nació en Isla Margarita, donde vivió hasta los 18 años, cuando partió a Chimbote con su familia y donde se convirtió en una robot. “Conozco más Perú que Venezuela”, me dice y las palabras de Karelys Molina ya tienen el dejo peruano.
¿Por qué dejas Isla Margarita?
Por la crisis. Por más que sea bueno el turismo allá, el Bolívar —la moneda— no valía nada.
A tus 18 años, ¿a qué te dedicabas?
Yo estudiaba y trabajaba de asistente administrativo.
¿Qué estudiabas?
Administración de empresas turísticas.
¿Tus padres se dedicaban al turismo?
No, mi papá era como que encargado de tiendas de ropa deportiva y mi mamá era ama de casa. Y yo elegí esa carrera porque dije “bueno, no me faltará trabajo, porque acá lo que más abunda es el turismo”.
¿Y por qué vienen al Perú?
Mi padrastro es peruano. Es chimbotano. Entonces, cuando se puso la cosa dura en Venezuela decidimos venir para acá.
¿Y a tu papá biológico lo llegaste a conocer?
Sí, de pequeña.
¿Pero ya no tuviste relación con él?
No. Como a los 6, 7 años ya no existía en mi vida, porque ya se había ido.
¿Adónde se fue?
No sé. Pero creo que ahora está en España. No sé. No tengo contacto con él.
¿Te hace falta?
Me da lo mismo. Al que considero mi papá es a mi padrastro, porque él me ha criado.
¿No has intentado buscar a tu padre biológico?
No... Y bueno, dejamos Venezuela. Incluso, donde estudiaba hacían paros todos los días, marchas, huelgas y las clases se posponían a cada rato; una carrera de cinco años podía durar el doble. Yo no la pensé dos veces y a mis papás les dije “vámonos, acá no hay futuro”.
¿Y tienes hermanos?
Una hermana menor, ella sí es peruana, suertuda.
¿Por qué suertuda?
Porque ahorita ser venezolana es una traba, en vez de ser algo bueno.
Cuando llegaron, ¿qué pensaste hacer en el Perú?
Yo tenía en mente seguir estudiando. Llegamos y mis padres pusieron un restaurante en Chimbote. Yo les ayudaba y me metí a una universidad en Chimbote. Empecé a estudiar Economía y Negocios Internacionales. Pero duré un año nomás (risas).
¿Por qué?
Porque empecé a ser robot (risas).
¿Por qué eliges ser robot?
Porque vi a otro artista igualito en Chimbote. Eso me pareció superinteresante, no había visto ese tipo de artistas callejeros.
¿Tus padres no se escandalizaron de que hagas ese trabajo en la calle?
No, ellos felices, ganaba más que en el restaurante (risas).
Pero debes haber pensado que harías ese trabajo como algo provisional.
Al principio fue así. Pero luego me terminó gustando.
¿Dónde hacías tu show?
En los semáforos. Y así fui viajando, conozco casi todo el Perú. Lo que pasa es que en ese tipo de trabajo no puedes estar en un solo sitio, porque la gente te va a seguir viendo, entonces ya no va a ser lo mismo como la primera vez. Tienes que seguir buscando otro público. He ido hasta Ecuador.
¿Tus padres no te dijeron “cómo vas a viajar sola de semáforo en semáforo” haciendo ese trabajo?
Fue un poquito dramático porque no querían que me vaya. Pero ahí fue cuando me independicé a la fuerza: “quiero hacer mi vida así, me voy, chau”. Tenía 19 años y hoy tengo 27. No volví más.
¿A qué edad saltas a la popularidad con Robotín?
A los 23. Pero yo no tenía nombre de robot.
¿Esto de ser como parte de la farándula no les ha molestado?
La verdad, al principio lo que pude haber sentido es un poco de nervios.
¿Lo volverías a hacer?
Sí, me alegro bastante de haberlo hecho, de haberme atrevido, me gusta mucho mi trabajo.
¿Volverías a relacionarte con Robotín, que fue lo que te llevó a la popularidad?
No sé (risas). A mí me jalaron solita a la tele. Antes ya me habían propuesto, pero lo rechazaba por el miedo de salir en la tele. Hasta que Víctor Hugo de La Banda del Chino me dijo y acepté. Hicieron un reportaje y ese día, en medio de la nota, me presentan a Robotín. Si no me hubiera juntado con él, quizás hubiera salido igual por mi cuenta. Pero las cosas pasan por algo.
¿Pero si fue cierto que fueron pareja o fue solo para la televisión?
Todo fue real aunque parezca mentira (risas).
Y ahora van a estar en el mismo circo, ¿no?
Sí. Ahorita nos hablamos, mañana no sé (risas).
¿Tus padres qué te dicen de todo el proceso: salir a trabajar a los semáforos y llegar a la televisión?
Mi mamá está contenta, pero a la vez tiene un poco de miedo de que vamos a hacer circo con Robotín, después de años que voy a volver a trabajar con él.
¿Te enamoraste bastante de él?
Supongo que sí, porque sufrí bastante. Lo único que me preocupa es que sea un mes difícil de llevar.
Pero te noto que eres aventurera, relajada.
Sí, mientras no me molesten yo soy chévere.
¿Por qué crees que te ha ido bien?
Bueno, quiero creer que hay talento. Creo que tengo carisma, no me he rendido, he perseverado y todos los días sigo trabajando. Y porque me gusta. He sabido aprovechar las oportunidades.
Autoficha:
-“Soy Karelys Carolina Molina Aguilera. Tengo 27 años. Nací en Isla Margarita, que de extremo a extremo se recorre en auto en media hora. Mar Caribe. En Perú incluso vendí marcianos en la calle, con eso me inscribí en mi universidad”.
-“He tomado varios cursos de actuación para la cámara, de stand-up comedy y temas que puedan reforzar el trabajo que hago. También hago shows infantiles. Y como Karelys trabajo con bastantes marcas; también soy anfitriona”.
-“Me he lanzado de cantante. Es una etapa nueva, estoy muy feliz y ya he lanzado mi primer videoclip. Es una faceta nueva. Y Robotina también tiene cuatro canciones infantiles. Estar en un programa infantil hubiera sido un sueño cumplido”.
Aprovecha la NUEVA EXPERIENCIA, recibe por correo y por Whatsapp nuestro periódico digital enriquecido. Perú21 ePaper.
¡Ahora disponible en Yape! Búscanos en YAPE Promos.
Video recomendado: