Todo comenzó con una olla, una vereda y la fuerza de una mujer que decidió salir adelante. Marina Vilca perdió su trabajo en 2016, pero no su sazón. Con dos hijos pequeños y un esposo con problemas de salud, convirtió la necesidad en oportunidad: vendía menús en las calles de La Victoria. Lo que parecía temporal se volvió destino.
Edison Farfán, obispo de Chiclayo, contó que Robert Francis Prevost disfrutaba del cebiche, el seco de cabrito y el arroz con pato. Pero hay mucho más. Y la historia nos la cuenta Cecilia Ríos.
Los sabores que ofrecía Marina no eran comunes: eran herencia. “Todo lo aprendí de mi abuelita Juana”, recuerda con orgullo.
Desde cómo elegir la mejor papa hasta qué tipo de carne usar para el tradicional manchapecho —ese potente combinado de carapulcra con sopa seca y panceta crocante— cada plato tenía un origen emocional.
Sus clientes, muchos de ellos oficinistas que repetían almuerzo, le pedían más. Le pedían un espacio, aunque sea en su cochera. Y lo hizo. Lo que siguió fue una ola de cariño que la llevó a mudarse a Miraflores en 2018, y este año, abrió un local en Lince.
Hoy, La Cocina de Mamá Juana tiene más de 70 platos en carta, desde el arroz con pato a la chiclayana hasta sopas para cada día de la semana: chupe de pescado, menestrón, patasca, sustancia criolla y más. Su carta marina también ha ganado elogios por su generosidad y frescura.
El plato que más ama preparar —y el primero que se acaba— es el manchapecho. No es solo un clásico: es una sinfonía de procesos tradicionales.
Marina pela y pica papa fresca, deshoja albahaca una por una, remoja ají panca para quitarle lo picante, tuesta y muele maní. Todo con la misma paciencia con la que su abuela chinchana cocinaba. “Puedes pasarte todo el día preparando ese plato, pero vale la pena”, dice a Perú21. El resultado es un sabor profundo, entrañable, que parece venir del pasado para abrazarte.
"Me encanta estar en la cocina. Es mi pasiòn", dice Marina.Hoy, La Cocina de Mamá Juana no solo es un restaurante: es el corazón de un emprendimiento familiar que ha permitido a Marina educar a sus hijos, mantener su hogar y compartir su herencia culinaria con el mundo.
"Es nuestra historia servida en plato”, afirma Marina.
¿Y los tragos? Marina no se queda atrás. A sus piscos clásicos ha sumado cócteles de autor con nombres que despiertan curiosidad y sonrisa como 'Mi auto era una rana” o 'callejón.
Visitar La Cocina de Mamá Juana no es solo ir a comer. Es entrar a una historia de esfuerzo, amor y sazón con raíz.
DATO
-Puedes encontrarla en Jr. Arica 338, Miraflores, y en la Av. Arenales 2399, Lince.
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