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Anwar Horani, la joven símbolo refugiada, a quien Europa reconoce sus estudios superiores
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Anwar Horani se ha convertido en un símbolo para millones de jóvenes refugiados con formación superior por ser la primera refugiada que obtuvo el Pasaporte Europeo de Cualificación para Refugiados (PECR), documento que facilita el reconocimiento de sus estudios universitarios.
Horani de 31 años, nació en el seno de una familia palestina refugiada en Siria. Estudió fisioterapia en la Universidad Albaath en Homs y ya ejercía su profesión cuando esta provincia se convirtió en 2016 en el foco de la guerra civil, lo que la llevo a acudir a traficantes para salir del país junto a su familia.
“La ciudad de Homs era bombardeada de forma permanente y huir era una decisión de vida o muerte. Cuando tuvimos que pagar a los traficantes lo único que pensé fue que no podía imaginarme que yo valiese tanto dinero”, relata a Efe la joven con un tono entre la tristeza e ironía.
Anwar, quien ahora vive y ejerce su profesión en Noruega, fue invitada al primer Foro Global de Refugiados, que se celebró hace unos días en Ginebra, donde ofreció su testimonio sobre la forma en que su vida cambio gracias al PECR. Este documento evalúa y certifica el nivel de educación superior de un refugiado, su experiencia laboral y su dominio del idioma, sin que el beneficiario deba necesariamente mostrar documentos que acrediten los conocimientos y competencias adquiridas en su país de origen.
Sólo el 3 % de los 25 millones de refugiados en el mundo tienen acceso a educación superior o universitaria en los países que les acogen, según cifras de Naciones Unidas. La joven palestina transitó por Turquía y llegó a un campamento de refugiados en Grecia, donde intentó hacerse útil como traductora aprovechando su conocimiento del inglés, y que era el primero donde se estaba implementando el programa piloto del PECR, una iniciativa del Consejo de Europa.
“Todos en el campamento tuvimos las mismas oportunidades de participar en el programa, incluso si sólo se tenían uno o dos años de universidad”, recuerda Anwar, quien fue la primera beneficiaria de este particular pasaporte.
Un año y tres meses después de haber llegado a Grecia, Anwar, su marido y sus dos hijos volaron a Noruega en el marco de un programa de reinstalación, y gracias a que este país reconocía el PERC fue aceptada en la Universidad de Oslo para complementar sus estudios durante dos semestres.
“Hice estudios adicionales de salud pública internacional, no tuve que repetir nada y cree una red propia, y esto es lo más interesante. Sin duda este programa me abrió puertas que de otro modo hubiesen permanecido cerradas”, reflexionó.
Anwar, quien también colabora en la Asociación de Diabetes de Noruega como supervisora de la sección en árabe, afirma que su experiencia muestra la utilidad de que exista un instrumento para que se reconozca la formación superior de los refugiados que, en muchos casos, es muy similar a la del país de acogida.
La UNESCO quiere tomar ahora el liderazgo en esta cuestión y con este fin ha lanzado el Pasaporte de Cualificación para Refugiados válido en todo el mundo a través de un proyecto piloto en Zambia, donde la semana pasada los primeros once refugiados recibieron este documento y cuentan con él para reanudar sus vidas.
Irak y Colombia son los dos países donde se planea proseguir con esta experiencia, que permitiría que refugiados e inmigrantes vulnerables puedan continuar con sus estudios o acceder a oportunidades de trabajo, de la misma forma que Anwar lo ha conseguido.
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