“Querían alcanzar una producción diaria de 35,000 kilos de embutidos. Eso llamó muchísimo nuestra atención”, recuerda el empresario alemán Tobias Helmreich, gerente general de la empresa Propatec, con voz pausada pero firme.
Esta historia, a la que accedió Perú21, comenzó en marzo de 2024 en la feria internacional de alimentos Anuga, realizada en la ciudad de Colonia, Alemania. En ese evento, donde se vende tecnología de punta y maquinaria industrial para alimentos, Helmreich conoció a Nilo Burga Malca, dueño de Frigoinca, y a Carlos Loza, gerente de comercio exterior de la empresa, envuelta en múltiples denuncias de elaboración y distribución de conservas malogradas que intoxicaron a decenas de escolares en todo el Perú.
Equipo de Tobias Helmreich en una de las tantas ferias de insumos y maquinaria alimentaria donde concretan ventas e inician lazos comerciales.Lo que parecía el inicio de una prometedora relación comercial lo enfrenta hoy a una denuncia penal por presunta estafa y apropiación ilícita que tuvo que interponer.
“Dos semanas antes de que comenzara la feria ya me estaban escribiendo. Querían reunirse, hablar de negocios, y yo les envié información con anticipación”, relata Helmreich.
Nilo Burga viajó con tres miembros de su equipo y, según el empresario alemán, se mostraron entusiastas, decididos y con metas claras: querían adquirir una máquina embutidora para procesar grandes volúmenes de carne destinada a sus productos enlatados.
“Nos dijeron que habían ganado unos proyectos enormes y que necesitaban aumentar la producción diaria de inmediato; tal vez se referían a Qali Warma”, recuerda el empresario alemán. En ese momento, desconocía que Frigoinca era uno de los principales proveedores del programa alimentario estatal que abastecía a colegios y comedores populares en todo el país.
Nilo Burga presentaba un profundo corte en el cuello cuando fue encontrado en hotel.
LA NEGOCIACIÓN
Tras el primer contacto, y ya de regreso en Lima, las conversaciones entre ambas partes se intensificaron vía llamadas, correos y mensajes de WhatsApp. El interés estaba en una máquina embutidora de marca Vemag, modelo HP10E, un equipo de alta tecnología para la producción industrial de alimentos, importado desde Alemania por la empresa que gerencia Tobias Helmreich.
Está es la máquina VEMAG que Helmreich le vendió a la empresa de Nilo Burga, la cual no es devuelta hasta el momento.La venta se formalizó el 4 de mayo de 2024 y el precio pactado fue de US$148,351 dólares, que se pagarían en dos cuotas iniciales y 24 cuotas mensuales entre mayo de 2024 y agosto de 2026.
Sin embargo, el acuerdo comenzó a resquebrajarse rápidamente. Frigoinca —entonces liderada por Delia Zavaleta Garay como gerenta general y con participación de los hermanos Oliver Luis y Michael Francois Burga Farro, hijos del fallecido Nilo Burga— solo cumplió parcialmente con el cronograma de pagos. Se realizaron dos depósitos iniciales por US$12,043.50 dólares y dos cuotas mensuales correspondientes a septiembre y octubre de 2024 por US$4,014.50 cada una. Luego, el silencio.
Una vez que estalló el escándalo de coimas en el caso Qali Warma, la empresa de embutidos dejó de pagar en noviembre y diciembre de 2024, de manera que el contrato se resolvió de manera automática por incumplimiento. El 13 de diciembre, Propatec cursó una carta notarial exigiendo la devolución de la máquina. En respuesta, la empresa peruana confirmó que no podría continuar con los pagos.
A pesar del aparente reconocimiento de deuda, las respuestas concretas se esfumaron. Mediante chats de WhatsApp revisados por Perú21, el entonces trabajador de Frigoinca Carlos Loza coordinó el retiro del equipo para el viernes 27 de diciembre de 2024. Pero el 25 de diciembre, apenas dos días después de la comunicación, la historia dio un giro inesperado: el cuerpo sin vida de Nilo Burga fue hallado por la Policía en un hotel de Magdalena.
Llegado el día pactado, los enviados de Helmreich arribaron a Chepén para recoger el equipo, mas no se les permitió ingresar a la planta, propiedad de Frigoinca.
UN LABERINTO DE EVASIVAS
Ante esta negativa, Propatec envió una nueva carta notarial el 27 de enero, en la que otorgaba un plazo de 72 horas para la devolución del equipo. La comunicación fue dirigida al domicilio fiscal registrado de Frigoinca en Miraflores, pero una mujer respondió que allí “no residía el destinatario”. Fue el primer indicio de un aparente intento de ocultamiento.
La situación se agravó con nuevas cartas dirigidas directamente a Michael Francois Burga Farro (5 de febrero) y a Delia Zavaleta (18 de febrero), ambas sin respuesta. Para entonces, ya eran cuatro las cuotas impagas —noviembre y diciembre de 2024, enero y febrero de 2025— por un total de US$16,058 dólares.
En paralelo, Helmreich comprobó que la empresa Frigoinca ya no operaba en su sede registrada, lo que le impidió todo tipo de comunicación formal. Ante esta conducta evasiva, el empresario alemán interpuso una denuncia penal el 4 de marzo de 2025.
“Se puede advertir el ánimo de la empresa Frigoinca SAC de un aprovechamiento ilícito en perjuicio de la empresa Propatec SAC, manteniendo en error mediante engaño de promesa de pago conforme al cronograma establecido hasta el año 2026 y aceptado por los mismos, (...) omisión de pagos (...) y la negativa ante la devolución de la máquina embutidora”, se lee en la denuncia que ya está en manos del fiscal provincial Erick Rivera Ruiz, de la Fiscalía Corporativa Penal de Miraflores-Surquillo-San Borja, en espera de ser calificada.
Aunque la empresa ya no está formalmente bajo la dirección de Nilo Burga, lo dos hijos que son sus herederos —según el denunciante— habrían continuado con prácticas comerciales que ahora están bajo la lupa penal. Hubo negociaciones entre los abogados de ambas partes, pero no llegaron a ningún acuerdo porque los Burga dijeron no estar dispuestos a devolver la máquina, tal como lo han demostrado hasta la fecha.
Este diario conversó con el abogado César Euscátegui, quien revisa los casos penales de la empresa Frigoinca. Sobre la denuncia, dijo saber que los Burga habían sido denunciados, mas prefería saber si ellos querían dar un descargo. Tras ello, mencionó a Perú21 que Michael y Oliver Burga Farro no iban a dar delaraciones sobre la denuncia de Propatec.
Mientras tanto, la máquina valorada en más de 148,000 dólares, permanece en algún lugar de Chepén (o quién sabe dónde) sin producir ni un solo embutido. Se ha convertido en el emblema de una herencia empresarial marcada por la muerte de Nilo Burga, un escándalo nacional y una disputa que aún amenaza con estallar.
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