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Cada año nacen en el Perú 6,000 niños con cardiopatías que necesitan cirugías
Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja realizó 300 cirugías el año pasado y espera duplicar la cifra en 2017.
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Médicos abren la obstrucción que presentaba la arteria aorta de un paciente. (Anthony Niño de Guzmán)
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Adolescente es sometido a un cateterismo cardiaco para corregir defecto del corazón. (Anthony Niño de Guzmán)
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En el Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja se operan cada año unos 300 menores con cardiopatías. (Anthony Niño de Guzmán)
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Médicos analizan los riesgos de la cirugía antes de proceder a la intervención de los niños. (Anthony Niño de Guzmán)
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El equipo de médicos liderado por el peruano Fredy Prada Martínez realizó nueve cirugías al corazón. (Anthony Niño de Guzmán)
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Con una tomografía del corazón se examinan las malformaciones congénitas de los niños que serán intervenidos.(Anthony Niño de Guzmán)
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El cateterismo cardiaco es poco invasivo y resuelve los defectos congénitos del corazón. (Anthony Niño de Guzmán)
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La cardióloga Eneida Melgar explicó que el 80% de niños que acuden al hospital no tienen recursos para pagar las cirugías. (Anthony Niño de Guzmán)
Fecha Actualización
En el Perú todos los años nacen unos 6,000 niños con una cardiopatía congénita, es decir una malformación del corazón que requiere de una intervención quirúrgica para mejorar o salvar la vida del paciente. Sin embargo, en el país solo hay tres hospitales que realizan estos procedimientos y tratan apenas al 35% de los niños que lo necesitan.
"El resto no es atendido, con lo cual sus esperanzas de vida disminuyen", aseveró Eneida Melgar, jefa de la Subunidad de Cardiología y Cirugía Cardiovascular del Instituto Nacional de Salud del Niño San Borja (INSN-San Borja).
Hay dos grupos diferenciados de cardiopatías congénitas: los más graves y que representan el 40% de los casos son aquellos donde los menores nacen con baja concentración de oxígeno en la sangre, por lo cual se les denomina "niños azules". Los otros se llaman "no cianóticas", porque se produce otro defecto en el corazón, ya sea por la existencia de un orificio entre los tabiques interauriculares o entre los ventrículos. Representan el 60% de los casos.
"En el caso de los niños azules la sintomatología es muy crítica porque la sangre oxigenada se puede mezclar con la no oxigenada. Estos menores sin la atención debida, pueden llegar a convulsionar o desmayarse por la falta de sangre oxigenada en el cerebro", precisó Melgar.
La especialista detalló que las cardiopatías congénitas suelen ocurrir durante el primer trimestre del embarazo por múltiples factores, como antecedentes familiares o enfermedades virales, como la rubeola, o por la exposición a la radiación y el consumo de drogas durante la gestión.
En ese sentido, Melgar advirtió que un estudio reciente ha demostrado que también la violencia puede ser un factor para que los niños nazcan con cardiopatías o con algún defecto en el corazón. "Eso quiere decir que el maltrato que escuchamos y vemos con frecuencia perjudica a las mujeres gestantes, sobre todo en los primeros meses de embarazo y puede originar una malformación en el corazón", aseveró.
Atención a los síntomas
Las evidencias que pueden mostrar que un niño ha nacido con una cardiopatía son el cansancio al lactar, la lactancia entrecortada, la sudoración excesiva y las palpitaciones. "Eso genera una insuficiencia cardiaca congestiva que no es buena para el niño porque impide que se alimente bien y, por lo tanto, no se desarrolla adecuadamente", explicó la especialista.
Debido a su escasa alimentación, estos pacientes pueden tener anemia o desnutrición. También pueden desarrollar una hipertensión pulmonar que llevará al niño, a mediano plazo, a necesitar un trasplante de pulmón. Por eso es muy importante detectar a tiempo este tipo de cardiopatías.
Dependiendo de los defectos del corazón y de su ubicación, el niño puede esperar hasta los tres años que este se corrija espontáneamente, pero sino es así debe ser sometido a una cirugía.
Melgar explicó que en el INSN-San Borja el 80% de niños que acuden por estas enfermedades son gente pobre que no puede pagar un tratamiento y busca ayuda cuando los menores están en una situación muy difícil.
Aunque el Seguro Integral de Salud (SIS) cubre estas atenciones que pueden costar entre 2,500 soles y 80,000 soles, las cirugías aún no se realizan en la cantidad que se necesita por la falta de profesionales y hospitales especializados.
"En el 2016 hemos hecho más de 300 cirugías, 200 a corazón abierto en pacientes desde 1.700 kilos de peso hasta 35 kilos. Como la demanda es cada día mayor, nuestro objetivo es llegar a las 600 cirugías cardiacas a corazón abierto por año", manifestó Melgar.
Ayuda desde España
Precisamente para capacitar a más profesionales en los procedimientos necesarios para que puedan atender a más niños de escasos recursos, esta semana estuvo en el INSN-San Borja, el cardiólogo peruano que radica en Madrid hace 19 años Fredy Prada Martínez, quien realizó nueve intervenciones quirúrgicas a niños con cardiopatías congénitas.
El especialista señaló que en el 30% de casos de malformaciones cardiacas se debe intervenir antes del primer año de vida del menor: "A veces hay que tratarlos con medicamentos, a veces hay que operarlos o también se puede hacer un cateterismo cardiaco para estabilizar a los niños, que es justamente lo que estamos haciendo ahora".
El tratamiento con cateterismo es una técnica poco invasiva que consiste en introducir unos catéteres por la ingle del niño, a través de las venas y arterias, con dirección al corazón. Con este procedimiento se pueden resolver los problemas que presenta este órgano.
"En estos días de campaña hemos corregido defectos congénitos, hemos abierto válvulas y hemos abierto una obstrucción en la aorta de un niño", detalló.
Prada indicó que las malformaciones congénitas sin tratamiento dañan el corazón y, con los años, pueden ser irreparable. "Con estos procedimientos, los niños que nacieron con cardiopatías congénitas pueden ser reintegrados a la sociedad y hacer su vida normal. Por eso hemos venido a enseñar la técnica a los médicos peruanos y así colaborar con los menores de zonas pobres que necesitan estas cirugías, pero no tienen los recursos económicos", subrayó.
La buena noticia es que para estos pequeños la esperanza sí existe gracias a la ciencia.
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