Ser médico no es solo una profesión; es un camino de vida que encarna lo mejor de las virtudes humanas: el servicio al prójimo, la empatía y el compromiso con la salud y el bienestar. Esta vocación de servir a través de la medicina a menudo se manifiesta desde la niñez, como ha sido el caso de varios de los 624 especialistas que trabajan en el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de Breña. A pesar de las dificultades, han seguido adelante, motivados por su deseo de ayudar. Este 5 de octubre, celebran el Día de la Medicina Peruana.
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“Mi hijito con leucemia me ayudó a concluir mi maestría”
La Dra. Alicia Reyna Alcántara de Sotelo (47), jefa del Servicio de Emergencia del INSN, es un claro ejemplo de resiliencia y compromiso. Nacida en Chimbote, de una familia de escasos recursos, Alicia siempre se destacó académicamente. A pesar de las dificultades económicas que le impidieron estudiar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, consiguió una beca en la Universidad Privada San Pedro, donde se graduó en Medicina.
Durante su formación, Reyna debió enfrentarse a situaciones difíciles; cuando tenía 20 años, sus padres se mudaron a Estados Unidos, dejándola sola para enfrentar su carrera. Para sobrevivir, realizó múltiples oficios: vendía cebiche, limpiaba casas y realizaba trabajos para sus compañeros, todo con tal de no abandonar su sueño de ser médica.
Hace dos años, la vida le puso un nuevo reto: a su hijo de 7 años le diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda. Alicia se internó con su hijo, luchando por su recuperación mientras intentaba terminar una maestría en Gestión de Salud. “Mi hijo me dijo ‘mamá, yo te voy a ayudar a estudiar’, y así lo hizo. Me ayudó con las lecturas, y terminé la maestría”, cuenta emocionada.
“Me moría de miedo en mi primera guardia”
La Dra. Silvia Alegre (63), jefa del Servicio de Cardiología del INSN, recuerda con cariño su infancia, cuando a los 5 años decidió ser médica tras pasar seis meses internada con un diagnóstico de hernia diafragmática. Silvia estudió Medicina en la Universidad Federico Villarreal y lleva 30 años trabajando en el INSN. Desde el tercer año de carrera, trabajó para cubrir sus gastos, y, aunque se encontró con muchos desafíos, nunca dejó de luchar por sus sueños.
“Recuerdo mi primera guardia como médica, me moría de miedo”, señala la Dra. Alegre. Tuvo que asumir la responsabilidad de la guardia nocturna sin un pediatra a su lado. A pesar del miedo, fue un momento de aprendizaje y de reafirmación de su vocación.
“Jesucristo apareció detrás de mí, quedé impactado”
El Dr. Mario Humberto Encinas Arana (62), jefe del Servicio de Nefrología, lleva 30 años ejerciendo la medicina en el INSN. Desde niño, Mario sintió la necesidad de ayudar a los demás, influenciado por su madre, quien le inculcó el valor del servicio.
Uno de los momentos que más le marcó fue el caso de su paciente Dilan, de 8 años, quien se encontraba en estado crítico. Durante una de las visitas, la madre del niño aseguró que había visto la imagen de Jesucristo aparecer en la ventana detrás de él. Milagrosamente, Dilan comenzó a recuperarse en los días siguientes. “Considero que fue un milagro y que Dios intercedió a través de nosotros”, afirma el Dr. Encinas.
“Hacíamos colectas para salvar a los pacientes”
El Dr. Carlos Mariño, cardiólogo pediatra, encontró su vocación a los 15 años, después de pasar tiempo internado con neumonía en el Hospital de la Policía Nacional. Lleva 25 años ejerciendo como médico, de los cuales 22 los ha dedicado al INSN, donde ha realizado más de 3,000 cateterismos sin necesidad de una cirugía a corazón abierto.
El Dr. Mariño recuerda que antes de la existencia del Seguro Integral de Salud (SIS), los médicos hacían colectas para ayudar a los pacientes cuyas familias no tenían los recursos necesarios para cubrir sus tratamientos. “Llegaban niños cuyas vidas estaban al borde de la muerte. Todos hacíamos una colecta para salvar al paciente. La mejor satisfacción para nosotros es ver recuperado al niño”, sostiene.
