Feliz día a todas las madres

Hoy es su día y la fortaleza que demuestran nos hacen sentir siempre protegidos, en especial en una época difícil como esta. Y aunque, en algunos casos, no estén cerca de los suyos, una llamada (o videollamada) les permitirá estar presentes. Ellas siempre han sabido sortear las adversidades. No tienen capa, pero son heroínas, siempre protegen a los suyos.

Con estas historias, Perú21 quiere rendir homenaje a todas las madres. A las que trajeron a sus hijos al mundo, pero también a las abuelas, a las tías, a las hermanas mayores, incluso a aquellos que son padres y madres a la vez, así como a las que con un gesto de amor y desprendimiento adoptaron, dieron albergue y oportunidades.

Petronila Gonzales Ganoza es la madre de Paolo Guerrero y también de la hinchada, esa que grita emocionada los goles del 9 de la selección. Su esfuerzo y perseverancia fue mayor a los obstáculos que le puso delante la pobreza.

Doña Peta siempre llevaba de la mano a su hijo, quien desde los 2 años ya andaba con su camiseta de Alianza Lima. Lo acompañaba a todos sus entrenamientos, a los partidos y no paró hasta verlo convertido en un jugador internacional. Es su hincha número uno. En ella se reflejan e inspiran miles de madres que día a día luchan contras las adversidades por sacar adelante a sus hijos.

Carmen Masías Claux es una mujer con agallas, gestora y maravillosa abuela. Es directora de Cedro, donde ha cuidado y rescatado a jóvenes sumergidos en el mundo de las drogas con esa dedicación que solo tienen las madres. También ha estado donde las papas queman, en las zonas cocaleras, para luchar contra el narcotráfico cuando fue jefa de Devida. Las amenazas de muerte no la intimidaban.

Era funcionaria de esa institución cuando se enteró de la muerte de su único hijo, el fotógrafo y montañista Renzo Uccelli en 2002. En sus dos nietos, con quienes jugaba desde que eran pequeños, ha volcado su amor y sus valores.

La unión familiar ha sido la base de su vida: creció con nueve hermanos. Lucía Claux Koechlin, fundadora de la Fundación para el Desarrollo Solidario (Fundades) –especializada en proyectos de inclusión para personas con discapacidad– no tiene una varita mágica, pero sí ha transformado la vida de decenas de miles de personas a quienes ha tratado con el calor de una madre que protege y da oportunidades. Es teóloga y filósofa, pero sobre todo un ejemplo de solidaridad para sus hijos.

Llegar a la Fiscalía de la Nación para Zoraida Ávalos no fue fácil. Cuando tenía 15 años, una enfermedad dejó completamente parapléjica a su madre y tuvo que convertirse en la mamá de sus hermanos menores. Iba al colegio, llegaba a cocinar, planchar y lavar. También tuvo que atender a su madre, pero esas adversidades forjaron su carácter.

Terminó la secundaria y luego estudió en la Universidad Mayor de San Marcos, mientras trabajaba. Con su carrera terminada tuvo que lidiar con el machismo de la sociedad. Logró abrirse paso hacia un mundo que antes solo era accesible para hombres. Ahora es la máxima autoridad en el Ministerio Público y un ejemplo de perseverancia y fortaleza.

Su historia es como la de una película con final feliz. Vania Masías Málaga tiene dos hijos, a los que dedica su tiempo y brinda amor, pues considera que la presencia materna es vital para el desarrollo de toda persona.

Antes de que sus pequeños nacieran, sin embargo, ella “adoptó” a un grupo de talentosos jóvenes que encontró haciendo acrobacias en las calles de Ventanilla, aprovechando el cambio de semáforo. Por ellos abandonó su exitosa carrera profesional como bailarina de ballet en Londres para crear la Asociación Cultural D1, con la que ya ha ayudado a más de 7 mil jóvenes. Vania cuenta que la solidaridad y la inclusión son valores que le inculcó su madre, quien hace labor social en la provincia de Chincha.

Doña Grimanesa Vargas, ayacuchana de nacimiento y emprendedora de corazón, tuvo una vida dura, pero salió adelante. A los 7 años, cuando su madre sufrió una grave enfermedad, tuvo que trabajar en una casa, donde era víctima de abusos y maltratos. Allí estuvo hasta los 18 años, hasta que escapó. Siguió trabajando como empleada del hogar, donde halagaban su sazón y alimentaban su sueño de poner un restaurante.

El camino fue largo. Empezó vendiendo comida en la calle para mantener a sus cinco hijos. Preparaba varios platos hasta que se dio cuenta que los anticuchos eran su fuerte. Nadie se resistía. Con ese esfuerzo, sacó adelante a los suyos y les dio estudios. Hoy en día es una famosa cocinera. Logró vencer las adversidades y tener su restaurante en el corazón en Miraflores. Sus hijos fueron la motivación para siempre seguir adelante.