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Gabriel y Alexandra: dos corazones unidos por la nobleza y la fatalidad
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Él soñaba con estudiar la carrera de Terapia Física, quería ver a su hermano de cinco años caminar y correr. Ella soñaba con estudiar Derecho para convertirse en una jueza, su objetivo siempre fue hallar justicia. Los dos sabían de esfuerzo, de sacrificio, y la meta próxima de ambos era prepararse en una academia para ingresar a una universidad.
Ellos eran Gabriel Campos Zapata (19) y Alexandra Porras Inga (18), los dos jóvenes que –hace una semana– perdieron la vida tras recibir una descarga eléctrica cuando hacían trabajos de limpieza en el local de McDonald’s, en Pueblo Libre.
GABRIEL, UN ÁNGEL
Gabriel nació y creció en el Callao. Vivía con su mamá, la profesora Rocío Zapata, sus hermanos de 4 y 5 años, sus abuelos y su tío. “Era extrovertido, amiguero, solidario, bondadoso y muy risueño. Siempre destacó en natación y le gustaba jugar fútbol”, nos contó su madre, quien no podía contener las lágrimas.
“Mi hijo era un líder. Fue brigadier general en su colegio Virgen de Fátima”, recordó muy orgullosa.
Adoraba a su hermano, quien nació con una enfermedad que le impedía caminar. Durante dos años, tres veces a la semana, debía llevarlo en brazos a sus terapias de rehabilitación. Ahora el pequeño ya puede dar algunos pasos.
Fueron las horas en estas terapias y la dedicación con la que atendían a su hermano lo que lo motivó para que decidiera estudiar Terapia Física. Ratificó su decisión cuando también tuvo que asistir a su abuela, quien perdió movilidad en su cuerpo tras sufrir un derrame cerebral.
“Mi hijo era un ángel. Soñaba en convertirse en un profesional para ayudar a las personas que están postradas en sillas de ruedas. Tenía un corazón enorme”, acotó.
En abril pasado empezó a trabajar en McDonald’s. Tenía un horario de medio tiempo. Percibía S/420 mensuales. Con sus ahorros, el lunes 9 de diciembre se matriculó en una academia preuniversitaria.
La noche del sábado 14 de diciembre, Gabriel –antes de salir de casa rumbo al trabajo– le dio un beso en la frente a su mamá y le pidió que lo espere con un chicharrón para el desayuno. Sin embargo, él nunca regresó.
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LA NOBLEZA DE ALEXANDRA
Alexandra era hija única. Creció en La Perla, rodeada del amor de su madre y de sus abuelos. Desde niña decía que quería estudiar Derecho para defender a los más necesitados, decía que no iba a descansar hasta convertirse en jueza.
Amaba a los animales, ayudaba a los perros abandonados. Así adoptó a una cachorrita a la que llamó Luna. Eran inseparables. En el velatorio de Alexandra colocaron a Luna sobre el ataúd. La perrita lamió el vidrio creyendo que llenaba de besos a la joven. Fue una escena que conmovió a los presentes.
Alexandra, quien estudió para cajera, estaba ahorrando para prepararse e ingresar a la universidad. “Mi sobrina era muy noble. Gabriel fue el ángel que Dios le puso en el camino. Él era extrovertido y ella introvertida”, contó Julissa.
Dijo que lo más probable es que más adelante hubieran retomado su relación como enamorados, pero el destino los unió en la muerte.
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TENGA EN CUENTA
- Gabriel y Alexandra se conocieron en 2016 en el colegio Virgen de Fátima, en La Perla. Se hicieron enamorados a fines de 2017 y en 2018 terminaron su relación. Sin embargo, eran buenos amigos.
- La abogada Elizabeth Carmona, quien defiende a la familia de Alexandra, dice que un día antes de la fatalidad, la joven le contó a su madre que le había pasado electricidad en la máquina expendedora de gaseosas.
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