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Perfil psicológico: ¿Por qué Edmundo Amao Sayas arrojaba ácido a las mujeres?
Una psiquiatra y una psicóloga explican los rasgos de su personalidad y coinciden en que era consciente del daño que hacía a sus víctimas
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“Lo hago como un juego, no sé, no siento nada (...) no me he dado cuenta del daño que hacía, estoy sumamente arrepentido”, respondió Edmundo Amao Sayas a la policía, luego de ser capturado por haber provocado quemaduras a Mary Arévalo y Jessica Apumayta, a quienes arrojó ácido en glúteos y piernas cuando caminaban por las estaciones del Metropolitano en Independencia. Precisamente, el Poder Judicial dictó esta tarde nueve meses de prisión preventiva en su contra por el presunto delito de agresión contra la mujer.
Si bien un diagnóstico médico de este sujeto de 36 años requiere exámenes más minuciosos, este diario conversó con una psiquiatra y una psicóloga para analizar los rasgos de este tipo de personalidad, en base a lo que hasta ahora se conoce sobre él.
La médico psiquiatra del Hospital Víctor Larco Herrera, Sonia Morales Ugarte, advierte en primer lugar una incongruencia cuando Amao Sayas afirma que lo hacía como “un juego”, pero dice estar arrepentido: “Una de las dos premisas es errada, o era un juego o no (lo era) y tiene arrepentimiento, una de dos”. Para la especialista, este padre de familia intenta justificarse como un niño cuando es un hombre de 36 años “consciente de las cosas que hace”.
“Habría que hacerle un examen psicopatológico, pero por lo que él refiere aparentemente estamos frente a un cuadro de personalidad disocial, un psicopático”, afirma Morales Ugarte, y añade que este tipo de personas puede llevar entre comillas una vida normal en familia y llevarse bien con esta.
Una persona disocial o psicopática, subraya, puede hacer cosas paralelas, a escondidas, en este caso contra las mujeres que agredía.
La especialista explica que son personas mayores de edad que acostumbran vulnerar los derechos de los demás, incumplen normas sociales, tienen conductas al margen de la ley, mienten o estafan, son impulsivos, agresivos, imprudentes.
“Y los más importante es la ausencia del remordimiento y arrepentimiento de su parte”. Incluso, pueden decir que están arrepentidas, pero lo dirán por obligación y no porque lo sienten.
Respecto a si tiene algún significado el hecho de que arroje el ácido en las piernas y glúteos de sus víctimas, la psiquiatra mencionó que las personas psicopáticas o disociales, como en este caso, también presentan parafilias o gustos sexuales, en este caso por los glúteos de las mujeres. Aunque también hay una intención de hacer daño en esa zona “donde a él le puede provocar cierto placer”. Se tendría que hacer un psicoanálisis para conocer exactamente sus razones.
Sí aseveró que estas personas son imputables y deben ser juzgados penalmente como corresponde. “A un psicópata se le juzga igual porque es plenamente consciente de sus actos”, enfatizó.
Ahora, si bien un psicópata es una persona mayor de 18 años, hay casos en los que sus características se pueden presentar antes de los 15 años cuando “dañan a los animales, hacen bullying, son agresivos, o tienen conductas sexualizadas, como tocamientos indebidos a los compañeros, primos”. Son indicios de esa personalidad a futuro, anotó Morales Ugarte.
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¿Por qué contra la mujer?
Adriana Fernández, docente del departamento de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), coincide en que en este caso existió una intencionalidad, es decir, Amao Sayas era consciente del daño que hacía, de las quemaduras y el dolor que podía causar a las agraviadas.
Fernández también pidió analizar este condenable hecho desde una perspectiva más amplia de la salud mental. Al respecto, mencionó que este caso se explica, lamentablemente, en la estructura social de nuestro país, donde se ha construido “una masculinidad hegemónica”, en la que se promueve la violencia como algo permitido en los hombres, y pone a la mujer como víctima y en situación de riesgo.
“Según los mandatos de los roles de género, el hombre es racional y la mujer es emocional, el hombre es susceptible de ser agresivo o confrontacional, frente a una mujer sumisa o más vulnerable. Entonces esa estructura social es el caldo de cultivo que hace más permisible que se den este tipo de cosas”, afirmó.
Por esta razón, enfatizó la importancia de leer este hecho “con lentes de género”. Agregó que los aspectos sociales también pueden generar conductas patológicas, aunque en este caso no habría necesariamente una patología clínica detrás.
“Lo que se podría decir es que es una persona absolutamente impulsiva, que se vincula con las mujeres desde una posición de superioridad y las ve como un objeto, no como una persona”, puntualizó.
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