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Estados Unidos preferirá fortalecer las escuelas que modificar la ley de armas
Trump comenta sobre vallar escuelas y añadir detectores de seguridad para prevenir más masacres.
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Distintas protestas se vienen dando frente a la Asociación Nacional del Rifle en Houston, Texas, tras la tragedia de los 19 niños que murieron en una escuela primaria a causa del más reciente tiroteo escolar. A pesar de las protestas, la Asociación no quiere ceder el acceso a las armas.
Además, el expresidente Donald Trump admitió preferir convertir los colegios en fortalezas militares antes que renunciar a las armas. “Policías en cada colegio, vallas perimetrales, detectores de metales, profesores armados, entradas únicas...” Muchos han comentado en lo disparatado y poco práctico que suena como política.
“Se necesitaría una compañía entera de infantería (entre cien y doscientos soldados) para asegurar por completo algo como una escuela. Es irreal.”, dice Keels, que sirvió en el cuerpo de paracaidistas del ejército de tierra en la primera guerra de Irak.
Muchos activistas y especialistas sugieren que tantas charlas sobre endurecer las escuelas es para distraer la realidad de que la aplicación de la ley de armas ha fracasado; y muchos que apoyan el uso de rifles no quieren admitir nuevas reformas sobre quién deba poseer un arma y quién no. Ante la posibilidad de perder la posesión de armas, muchos de la Asociación y gente similar opta por aumentar la seguridad.
En cuanto a políticas de seguridad, desde la masacre de Columbine, en 1999, se han implantado varias en los colegios, como simulaciones donde se apaga la luz y están en silencio. Muchas escuelas ya están valladas y con policías alrededor. En Florida, muchos profesores ya van armados a las escuelas.
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Y se proponen más: tecnología costosa de detección de armas, aplicaciones de móviles para que los profesores detecten y localicen amenazas, instalación de puertas blindadas, sistemas de humo para dificultar los ataques o la existencia de una sola puerta en los centros educativos. Esta medida sería una pesadilla logística para centros con muchos alumnos (es habitual que los colegios tengan miles de estudiantes).
También se ha hablado recientemente de invertir en mayor énfasis en la salud mental; al dedicarse a investigar perfiles de alumnos que hayan coincidido con anteriores tiradores. Alumnos que coincidan con similares actitudes (marginados, antisociales), serán puestos bajo mayor observación y se les recomendarán sistemas de apoyo para tratar sus problemas.
Aunque se apliquen tantas técnicas de seguridad, nada garantiza que esto disminuya el problema. Habiendo restaurantes, hospitales, centros comerciales, templos de oración, parques, etc, abiertos al público; ¿Quién no cree que los próximos tiradores divergirán sus objetivos a otras zonas vulnerables? Si las armas están a un fácil alcance de cualquier americano, cualquier lugar abierto es un blanco oportuno.
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