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Muere Miguel Etchecolatz, genocida y el mayor torturador de la Argentina de Videla
Murió mientras cumplía cadena perpetua, pero nunca se arrepintió de sus crímenes.
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Murió este sábado Miguel Osvaldo Etchecolatz, el mayor torturador y represor de la dictadura argentina de Videla, que estuvo al control de 21 centros penitenciarios en el país. Murió a los 93 años, nueve veces condenado a cadena perpetua por genocidio y crímenes de lesa humanidad. Nunca se arrepintió de sus crímenes.
Aunque hay algunos crímenes que los juicios todavía no pudieron condenar, como el paradero de unas 500 víctimas, como las desapariciones de Clara Anahí Mariani o Jorge Julio López. Nunca se arrepintió de sus crímenes y los defendió en cada juicio que tuvo.
“Dicen que yo maté, usan esa palabra hiriente; y yo no maté, yo batí en combate que es distinto, yo respondí a la agresión con el personal que tenía, murieron muchos de los nuestros y de esos pobres jóvenes equivocados o mal orientados”, manifestaba el ganocida.
Etchecolatz tuvo a su cargo 21 campos clandestinos de detención que funcionaron en la provincia de Buenos Aires. Ahí llegó a torturar y matar a un gran número de personas.
¿Por qué condenaron a cadena perpetua a Etchecolatz?
Fue el responsable de la desaparición de estudiantes en las universidades de La Plata (el evento conocido como la Noche de los Lápices); aparte de la desaparición de Clara Anahí Mariani, que fue raptada a los tres meses de vida una vez que su madre, Diana Teruggi, fue asesinada a balazos.
Aunque fue condenado a la cárcel en distintas ocasiones, lo que cementó su condena fueron las palabras de Jorge Julio López y su repentina desaparición
López llegó a desaparecer el 18 de septiembre de 2006, cuando salió de su casa para dirigirse al tribunal que ese día iba a dictar una nueva sentencia contra Etchecolatz. Esto ocurrió tras sus declaraciones que declaraban los crímines de lesa humanidad que propagó Etchecolatz.
Provocaciones en los juicios
En octubre de 2014, Etchecolatz fue a su siguiente juicio, frente a un tribunal presidido por Carlos Rozanski, el mismo que lo había condenado después de escuchar el testimonio de López.
Aunque ya se averiguó su sentencia, nunca tuvo remordimientos.
En el momento en que se leía la sentencia a prisión perpetua, Etchecolatz desplegó un papel. Al terminar la lectura del fallo, pretendió entregárselo al Tribunal, pero se lo impidieron.
Leo Vaca, fotógrafo de la agencia Infojus que estaba cubriendo el juicio tomó foto del papel. Etchecolatz había escrito, de puño y letra: “Jorge Julio López”.
Una manera de decir: yo sé lo que le pasó, pero no lo voy a decir.
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