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La ‘banda de las rubias’, el terror de los ‘malls’ en Brasil

Bajo la modalidad del secuestro al paso, este grupo de guapas mujeres capta a sus víctimas en centros comerciales de Sao Paulo paras robarles sus tarjetas de crédito.

Fecha Actualización
La Policía brasileña ya está tras los pasos de un grupo de mujeres jóvenes, educadas y de clase media que se ha dedicado a secuestrar durante meses a sus víctimas en los centros comerciales de Sao Paulo, para robarles sus tarjetas de crédito.

"Una o dos hablan más de un idioma, tienen cultura básica, algunas fueron al exterior a hacer cursos", señaló Joaquim Dias Alves, jefe de la división antisecuestros de la Policía Civil de Sao Paulo, a la BBC Mundo.

Pero Alves asegura que lo que realmente hace este caso diferente a otros es el arma principal que la organización delictiva emplea para cometer sus fechorías: la seducción. "Son muchachas bonitas, realmente", indicó Alves. "Bien vestidas y maquilladas", agrega.

En Brasil han sido denominadas como la "banda de las rubias", por el color de cabello de la mayoría de sus integrantes. El modus operandi de dicho grupo es el secuestro al paso, que consiste básicamente en buscar a mujeres solas, ricas y con similitudes físicas a ellas en centros comerciales de las zonas sur y oeste de Sao Paulo.

"La víctima era elegida (para) que tuviese las mismas características de las rubias", explicó el investigador, y dijo que las delincuentes las seguían hasta el estacionamiento del local y las obligaban con un arma a entrar a su vehículo. Ahí les robaban sus objetos de valor, como documentos, tarjetas de crédito y los códigos de seguridad de las mismas.

Mientras la víctima era llevada a dar vueltas por la ciudad en su propio auto, otra integrante de la banda se quedaba con las tarjetas y luego utilizaba sus encantos para hacerse con el dinero de sus víctimas.

La "rubia" con las tarjetas robadas se dedicaba a recorrer los centros comerciales y gastar todo lo que podía, confundiendo a los empleados con sus buenos modales y presencia agradable para evitar las sospechas.

Según Alves, el objetivo de la impostora era cambiar "la percepción de lo que estaba ocurriendo, con el uso de la tarjeta de crédito y la identidad de otra persona", que solía parecerse a ella.

Las tiendas favoritas de la banda eran sobre todo las de artículos electrónicos, precisó el agente, pero también compraban en establecimientos de ropa de marca y sacaban todo el dinero que podían de los cajeros automáticos.

Alves cree que la banda tenía un nivel de organización importante, incluso para dividir al equipo de secuestros y del de compras, de modo que fueran más difíciles de identificar por las víctimas una vez liberadas. "El detalle es evidentemente la inteligencia, la estrategia que fue empleada para actuar", dijo.

Se estima que la banda lleva tres años de actividad, aunque al principio comenzó con asaltos en edificios y al cabo de un tiempo, se dedicaron al secuestro de por lo menos medio centenar de personas.

Alves aclara que el número de víctimas sigue creciendo con la difusión que el caso ha tenido en la prensa brasileña en estos días, que hizo aparecer a nuevas denunciantes. Debido a esto, la Policía cree que finalmente ha comenzado a desarticular a la banda.

El jueves fueron arrestados como sospechosos de pertenecer a la agrupación una mujer (la única morena que se cree que lo integraba) y un hombre (se estima que su función era asegurar los secuestros y conducir el vehículo). Previamente había sido detenida otra mujer (una rubia), que negaba estar vinculada a la banda.

Sin embargo, Alves cree que "el grupo es mayor" a medida que las investigaciones continúan y están en la búsqueda de por lo menos otras cuatro "rubias" sospechosas de pertenecer a la banda.

"Las propias mujeres son las líderes", aseguró. "Es un grupo donde las mujeres tienen una posición muy importante", añadió el policía.

Aún se indaga cuánto dinero llegaron a gastar, pero el detective dice que fue "mucho". Como ejemplo, señala que solo en un secuestro gastaron el equivalente a US$9 mil con la tarjeta de crédito de una de sus víctimas.