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En Río de Janerio, una danza de selfies a los pies del Cristo Redentor [FOTOS]
Los palos de selfie de las personas en Río se cruzan en un ballet indeciso: fotografiarse delante del Cristo o del Pan de Azúcar, pero ante todo que no aparezcan en cuadro los turistas de al lado que también tratan de retratarse.
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"Mis colegas se ríen porque dicen que me parezco a Jesús, así que me tuve que tomar una selfie y enviársela", dice. (Foto: AFP)
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Philippe, un joven ingeniero de Francia de cabellos largos, se toma una foto delante de la imponente escultura art déco de hormigón y esteatita. (Foto: AFP)
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"Me las saco primero para ver cómo luzco y después las publico en las redes sociales, para mis amigos, la familia", explica. (Foto: AFP)
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En la otra punta de Río de Janeiro, en el Museo del mañana, otro icónico sitio de la "Cidade Maravilhosa", Tatiana da Silva de Paula, una esteticista, admite que se toma entre 100 y 200 selfies por día. (Foto: AFP)
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Brasil es un país loco por las selfies. Pero no es el único. (Foto: AFP)
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El atardecer tiñe de rosado al Cristo cuando Daniela Lemes, una empleada brasileña, se muestra extasiada por su selfie, que considera "un momento de alegría compartida en familia". (Foto: AFP)
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Los palos de selfie se cruzan en un ballet indeciso: fotografiarse delante del Cristo o del Pan de Azúcar. (Foto: AFP)
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Un bosque de brazos se eleva en busca de la fotografía solitaria, en pareja o en familia. (Foto: AFP)
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En la cima del Cerro del Corcovado, bajo la inmensa estatua del Cristo Redentor, docenas de turistas se disputan la mejor ubicación para tomarse un selfie. (Foto: AFP)
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En Río de Janerio, una danza de selfies a los pies del Cristo Redentor. (Foto: AFP)
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Río de Janeiro. En la cima del Cerro del Corcovado, bajo la inmensa estatua del Cristo Redentor, docenas de turistas se disputan la mejor ubicación para tomarse una selfie, con la panorámica vista de Río de Janeiro y la bahía de Guanabara en Brasil bañadas por la luz de la puesta del sol como sublime telón de fondo.
Un bosque de brazos se eleva en busca de la fotografía solitaria, en pareja o en familia. Los palos de selfie se cruzan en un ballet indeciso: fotografiarse delante del Cristo o del Pan de Azúcar, pero ante todo... que no aparezcan en cuadro los turistas de al lado que también tratan de retratarse.
Philippe, un joven ingeniero de Francia de cabellos largos, se toma una foto delante de la imponente escultura art déco de hormigón y esteatita. "Mis colegas se ríen porque dicen que me parezco a Jesús, así que me tuve que tomar una selfie y enviársela", dice.
De todos modos, el ejercicio le merece alguna que otra reserva. "En las redes sociales, esto genera una imagen falsa. Solo se comparten fotos de cosas bellas, el sol, Rio, la playa", dice el joven ingeniero. Quienes miran esas imágenes "se deprimen porque tienen la impresión de que su vida no vale una mierda".
El atardecer tiñe de rosado al Cristo cuando Daniela Lemes, una empleada brasileña, se muestra extasiada por su selfie, que considera "un momento de alegría compartida en familia (...) en lugares maravillosos como este".
En la otra punta de Río de Janeiro, en el Museo del mañana, otro icónico sitio de la "Cidade Maravilhosa", Tatiana da Silva de Paula, una esteticista, admite que se toma entre 100 y 200 selfies por día.
"Me las saco primero para ver cómo luzco y después las publico en las redes sociales, para mis amigos, la familia", explica.
Brasil es un país loco por las selfies. Pero no es el único.
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Aquí, allá y en todas partes
A 9,000 kilómetros de Río, en el corazón de Roma, la Fontana di Trevi es una parada obligatoria para los amantes de la autofoto.
Sarah y Fivos, una pareja de británicos oriundos de Mánchester, llegaron hasta este alborotado rincón de la Ciudad Eterna para celebrar su décimo aniversario de casados.
"Estamos contentos con la selfi que nos tomamos, pero con tanta gente hay que esperar el momento correcto para conseguir una buena toma sin gente en el cuadro", dice Fivos.
Cerca de ellos, Elia y Chiara, dos jóvenes italianas de Frosinone, una ciudad al sur de Roma, han elegido complicar el ejercicio e intentan tomarse una selfie con sus padres en el fondo... tomándose una selfi.
La aglomeración alrededor de la fuente que Federico Fellini inmortalizó en "La Dolce Vita" es tal que los ánimos pueden llegar a caldearse.
En agosto del año pasado, la policía tuvo que separar a dos grupos de turistas que se enfrascaron en una pelea por un lugar para fotografiarse frente al monumento.
Hasta los famosos se han rendido a la tentación de apuntar el lente hacia sí mismos y se suman a los millones de turistas que buscan capturar recuerdos románticos.
En la Acrópolis de Atenas, por ejemplo, tanto el legendario Paul McCartney como el fundador de Facebook Mark Zuckerberg se sacaron fotos con sus parejas.
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Un deporte nacional
En Egipto, sobre la meseta de Guiza, en las afueras de El Cairo, frente a la pirámide de Keops, Sheila Ahmed, una turista de Bangladés, utiliza su smartphone para replicar lo que han hecho muchos otros antes.
"No soy fanática de las selfies, pero es tan fácil tomar una foto en cualquier lugar... Sobre todo aquí, delante de la Gran Pirámide. ¿Dónde me sacaría una foto sino acá?", dice.
En Estados Unidos, el "Mather Point", mirador en el borde sur del majestuoso Gran Cañón del Colorado, es tal vez la atracción de ese país donde la fiebre de la selfie es más alta.
No faltan turistas que llegan a extremos arriesgados en busca de la selfie más espectacular.
"La vista desde aquí ya es muy bella, no me interesa avanzar más", comenta la británica Kathryn Kelly mientras mira cómo una joven imprudente se aventura hasta el borde del precipicio.
En Corea del Sur, la selfie se ha convertido en un deporte nacional y hasta el presidente, Moon Jae In, publicó un mensaje grabado como "video selfie" cuando cumplió 100 días en el poder.
Y si bien la hermética Corea del Norte parecía ser el último país a salvo de esta fiebre, su líder Kim Jong-un colgó ya dos selfies: una con un ministro de Singapur y otra con un periodista ruso.
Fuente: AFP
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