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Camila de Cornualles: Las humillaciones que le hizo pasar Isabel II a la futura reina consorte
Camila de Cornualles, esposa del rey Carlos III, tuvo que soportar desprecios y desplantes de parte de la reina Isabel III, monarca de la familia real, por muchos años.
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Camila Shand, Camila Parker-Bowles o Camila de Cornualles son los nombres con los que se ha conocido a lo largo de los años al único y gran amor del ahora rey Carlos III y que por ser su esposa, podría convertirse en la reina consorte de Reina Unido, tras la muerte de la reina Isabel II.
Desde que se casó con el heredero al trono, en 2005, se convirtió en un miembro de la familia real muy querido; sin embargo, en los años que era considerada la eterna amante del hijo mayor de la reina, soportó desprecios y desplantes de parte de la monarca.
Camila y Carlos iniciaron en 1970 una relación que se vio interrumpida porque ella decidió casarse con Andrew Parker-Bowles, quien era ahijado de la Reina Madre, Isabel Bowes-Lyon. Es por ello que su relación con la reina era muy cálida y cercana, pues junto a su esposo, acudían a menudo como invitados al Palacio de Buckingham.
Sin embargo, estando ella aún casada con el oficial militar, retomó su romance con Carlos y fueron descubiertos por la reina, por lo cual le cerraron las puertas y fue excluida del palacio y no se le permitía estar presente en ningún acto real, ya sea que fuera formal o informal.
Durante años, tanto la Isabel II como la reina madre prefirieron no tener nada que ver con Camila, a quien calificaban de “infiel”, “ambiciosa”, “maquiavélica” y “rompehogares”, y desaprobaban directamente la relación a escondidas, como amantes, que continuaron a pesar que Carlos estaba casado con la princesa Diana.
En 1992 Lady Di y Carlos se divorciaron y dos años después Carlos confesó su adulterio, pero fue tras la recordada entrevista de Diana en 1995, en la que aseguró que “éramos tres en este matrimonio” en alusión a Camila, que la Reina se convenció de que la nueva pareja de su hijo necesitaba ser aceptada en la Familia Real Británica.
Ello debido a que más de 22 millones de personas vieron como la Princesa de Gales no solo cuestionaba la idoneidad de Carlos para ser rey, sino que insinuaba que se había acostado con su amante la noche antes de su boda. Después de la transmisión, la reina le dijo a Carlos que en el caso de que aceptase a Camila, él jamás podría reconstruir su imagen.
En diciembre de 1996, Carlos sentía que toda la Casa de Windsor iba contra él, hasta el punto de que el príncipe Felipe le escribió una carta instándole a que no se casara con su amante. Cansado de sufrir por amor, Carlos se atrevió a decirle al secretario privado de su madre, Robert Fellowes, que ella “necesitaba actualizarse a los nuevos tiempo”, consejo que fue ignorado por completo.
En 1998, un año después del fallecimiento de Lady Di, en el Castillo de Balmoral, Carlos decidió que finalmente había llegado el momento para enfrentarse a su madre y exigirle que, de una vez por todas, terminara con su hostilidad hacia la mujer que amaba ya que no había posibilidad de hacer pública su relación sin que ella la aprobara.
La princesa Margarita había intentado interceder a su favor con su hermana, la reina, sin éxito ya que esta se negaba a encontrarse, o incluso hablar de Camila. Entonces, desesperado por lo que él llamó “una situación intolerable” se acercó a su madre y le pidió que suavizase su odio para poder vivir con Camila sin esconderse .
Su esperanza era que la reina, que rara vez interfirió en sus decisiones, al menos no prohibiera su relación. Pero para sorpresa, le respondió enérgicamente que no toleraría jamás su adulterio, ni perdonaría a Camila por ser su amante y no permitir que su matrimonio se recuperase.
Mientras el príncipe estaba angustiado pues consideraba que su madre había demostrado que no le preocupaba su felicidad, la reina se sentía humillada ya que la idea de que su hijo viviese con su amante bajo su mismo techo le resultaba completamente ofensivo.
Como si eso no fuera suficiente, su querida abuela también se había mantenido implacablemente opuesta a Camila . Ni la reina ni la reina madre permitían que Camila estuviera presente en la misma habitación que ellas, pero a Andrew Parker Bowles, su exesposo, lo recibieron en numerosas recepciones, reuniones y fiestas en palacio.
Otro que intentó interceder por Carlos y Camila, fue el conde de Carnarvon, amigo cercano y entrenador de los caballos de carreras de Isabel II. Él se ofreció como voluntario para mediar con su madre. Desafortunadamente, el plan fracasó pues, después de hablar con Isabel, se posicionó del lado de la Reina.
La relación entre madre e hijo no podía ir a peor y las tácticas de Carlos se volvieron más sofisticadas. En 2000, invitó a Camila a la fiesta por el 60 cumpleaños del Rey Constantino de Grecia y la reina aceptó que fuera, aunque dejó en claro que se negaría a que las presentasen pues para “ella no existía”.
Fue la muerte de Isabel Bowes-Lyon, en 2002, lo que provocó un cambio en la actitud de la reina. Inicialmente, había decidido que Camila no podría acudir al funeral de su madre, pero cambió de opinión después de escuchar el emotivo tributo de Carlos a su abuela en televisión, y ella asistió como “amiga de la Reina Madre”, pero no como la compañera de su hijo.
Tras años de esfuerzos por parte de Carlos, la relación entre Isabel II y Camila empezó a mejorar. La reina la invitó a las celebraciones del Jubileo de Oro, y permitió que la pareja celebrara su matrimonio civil el 9 de abril de 2005 en el Ayuntamiento de Londres, al que no asistió, pero sí lo hizo al banquete posterior.
De esta manera, Camila se convertía en la segunda mujer de mayor rango de la Familia Real, por detrás de Isabel II y aunque le correspondía el título de Princesa de Gales, prefirió no aceptarlo y se quedó con el de Duquesa de Cornualles.
La reina logró reconocer a Camila como una buena pareja para su hijo y como un miembro de la familia estable y muy querido y la muestra más fuerte de sus sentimientos hacia su nuera fue que cuando le pidió que se sentara a su lado en el carruaje en el Jubileo de Diamante en 2012.
La reina Isabel II también le otorgó a Camila de Cornualles dos honores importantes: La Orden de la Familia Real Británica y la Gran cruz de la Orden Victoriana, los cuales simbolizan un sello de aprobación muy personal de la monarca.
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