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Calles de Shanghái se paralizan por nuevo coronavirus [FOTOS]
La epidemia mortal del coronavirus ha paralizado gran parte de China, pero es en las calles de la ciudad más grande del país, la bulliciosa Shanghái, donde el contraste es más flagrante
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Trabajadores médicos con mascarillas caminan por una calle de Shanghái el 7 de febrero de 2020. (AFP).
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En el metro, uno de los más grandes del mundo, el uso de mascarilla protectora es obligatorio. También en casi cada comercio que sigue abierto. (AFP).
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Pero los residentes cumplen a rajatabla las directivas de las autoridades (difundidas mediante mensajes en los celulares o a través de los altavoces instalados en toda la ciudad) que piden evitar salir, salvo si es totalmente necesario. (AFP).
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Las autoridades no han impuesto una cuarentena parcial o total a Shanghái, como sí que se ha hecho en otras regiones del país. (AFP).
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Se ve algún que otro peatón, siempre con mascarilla protectora. (AFP).
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Se acabaron los atascos, las aceras abarrotadas y las prisas de los hombres de negocios. Ahora las calles están vacías, desiertas, y los bares y comercios cerrados. (AFP).
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Las zonas públicas de la megalópolis más poblada de China, normalmente siempre atiborradas de gente, aparecen desoladas, como si hubiera caído una bomba atómica. (AFP).
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Esta fotografía aérea muestra las calles vacías del distrito financiero de Lujiazui, en Pudong, Shanghái. (AFP).
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Dos personas caminan a lo largo de la usualmente ocupada costa del Bund, el elegante malecón jalonado por edificios de arquitectura neoclásica que está en frente del futurista barrio de los negocios. (AFP).
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Desde hace más de una semana, los pocos habitantes de Shanghái que se atreven a salir fuera se encuentran con una escena surrealista: una ciudad tranquila, silenciosa y desierta por el coronavirus. (AFP).
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Shanghái. [AFP]. Desde hace más de una semana, los pocos habitantes de Shanghái que se atreven a salir fuera se encuentran con una escena surrealista: una ciudad tranquila, silenciosa y desierta.
La epidemia mortal del coronavirus ha paralizado gran parte de China, pero es en las calles de la ciudad más grande del país, la bulliciosa Shanghái, donde el contraste es más flagrante.
Se acabaron los atascos, las aceras abarrotadas y las prisas de los hombres de negocios. Ahora las calles están vacías, desiertas, y los bares y comercios cerrados.
Se ve algún que otro peatón, siempre con mascarilla protectora.
Las zonas públicas de la megalópolis más poblada de China, normalmente siempre atiborradas de gente, aparecen desoladas, como si hubiera caído una bomba atómica.
El Bund, el elegante malecón jalonado por edificios de arquitectura neoclásica que está en frente del futurista barrio de los negocios, suele estar lleno de visitantes.
Pero las barcazas cargadas que cruzan el río Huangpu han desaparecido y los imponentes rascacielos están casi vacíos.
Solo rompe de vez en cuando esta extraña calma el ruido metálico del reloj de la torre de 90 metros del antiguo edificio de las aduanas, casi centenario.
Zhao Feng es uno de los pocos paseantes que se ven en la zona. “Todos sabemos que es mejor no salir, pero todos llevamos una mascarilla por precaución”, explica este hombre de unos 40 años junto a su familia.
Shanghái “está tan tranquila porque cada uno tiene un sentido muy fuerte de la autoprotección”, comenta.
Este letargo se debe en parte a la prolongación de las vacaciones por el Año Nuevo lunar, una medida cuyo objetivo era frenar la propagación del virus.
Los días feriados terminarán el lunes, pero muchos comercios y administraciones prevén dejar a sus empleados trabajar desde casa.
Aburrimiento
Las autoridades no han impuesto una cuarentena parcial o total a Shanghái, como sí que se ha hecho en otras regiones del país.
Pero los residentes cumplen a rajatabla las directivas de las autoridades (difundidas mediante mensajes en los celulares o a través de los altavoces instalados en toda la ciudad) que piden evitar salir, salvo si es totalmente necesario.
Los que se atreven a poner los pies fuera suelen cambiar de acera cuando están a punto de cruzarse con otra persona que viene de frente.
En el metro, uno de los más grandes del mundo, el uso de mascarilla protectora es obligatorio. También en casi cada comercio que sigue abierto.
Y en la entrada de todos los edificios públicos, todo el mundo se deja tomar la temperatura cuando es requerido, con una aparato de plástico apuntando en la frente.
Para los que se quedan en casa, el gobierno ha previsto una salva de consejos, desde hacer ejercicio a cómo evitar la ansiedad frente a la idea de morir de neumonía.
“Reduzcan su consumo de los medios de comunicación que hacen a la gente infeliz, y así reducirán su angustia y sus problemas”, explica una folleto del gobierno.
Para algunos, el aburrimiento es difícil de llevar.
“¡La única cosa que les puedo decir es que estoy harto de estar en casa!”, comenta un internauta sobre la publicación gubernamental para reducir el estrés.
El buen tiempo que hizo estos días en la ciudad en plena epidemia del coronavirus hizo que mucha gente saliera de sus casas.
Las autoridades reaccionaron rápidamente a estas escapadas: “No pueden desinfectarse tomando el sol”, advirtieron en las redes sociales.
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