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Coronavirus: Las festividades los países que fueron silenciadas por la pandemia
Coronavirus: Las festividades los países que fueron silenciadas por la pandemia
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Rusia dio el primer aviso el pasado 9 de mayo. Vladimir Putin había anunciado meses atrás que el aniversario 75 del Día de la Victoria se celebraría por todo lo alto. Mandatarios de todo el mundo habían confirmado su participación a la tan ingente celebración que recuerda el triunfo de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial. Un año antes, el majestuoso desfile militar en Moscú había tenido un despliegue de más de 13 mil soldados, tanques, baterías antimisiles y misiles intercontinentales. Una Plaza Roja abarrotada había sido el escenario del discurso patriótico de Putin.
Pero, para este año, la realidad se presentaría distinta. Por primera vez desde 1995, el desfile militar no se llevaría a cabo. Con el avance de la pandemia del coronavirus en todo el mundo y teniendo como epicentro —por aquellos días— a Europa, no había lugar a celebraciones. Rusia para ese entonces sumaba 198 mil casos y rozaba los 2,000 muertos. A Putin no le quedó otra opción que liderar una modesta celebración, sin invitados ni ostentaciones. Solo unos 75 aviones militares y helicópteros volaron por los aires de Moscú para recordarle al país su poderío militar.
Luego de dejar flores en la tumba del Soldado Desconocido y guardar un minuto de silencio por los 27 millones de soviéticos caídos en aquella guerra, el presidente ruso dio un discurso televisado en medio del silencio de un país confinado. Calles vacías, sin bocinas ni jolgorio. Así recibiría Rusia su día nacional. En las casas, la televisión estatal transmitiría una repetición del evento del año anterior.
Recién un mes después, cuando los estragos del virus empezaron a descender, Putin ordenó que se lleve a cabo su tan deseado desfile. No se salvó de que los críticos tilden aquel acto como irresponsable.
EL CUATRO DE JULIO
Donald Trump se ha mantenido como uno de los mayores escépticos del coronavirus. Por ello no sorprende que el pasado 4 de julio, el día de la independencia estadounidense, se haya esforzado por mostrar que su país no es el más afectado de la pandemia a nivel global, a pesar de que para ese entonces dos millones y medio de ciudadanos del país norteamericano se encontraban infectados mientras que los muertos sobrepasaban los 129 mil. Hoy esas cifras siguen en aumento.
Muy temprano, el 4 de julio, Trump inauguró la festividad con una muestra de fuegos artificiales en el Monte Rushmore. A ninguno de los más de 7 mil invitados se les pidió usar mascarilla ni mantener el distanciamiento social. Una muestra más del desafío que le ha plantado el gobierno a esta enfermedad. El lugar tampoco fue una casualidad. Desde allí el republicano emitió un discurso confrontador que apuntó a los manifestantes que, a raíz del cruel asesinato del afroamericano George Floyd, salieron a las calles a exigir diversas demandas, que van desde profundos cambios económicos hasta sociales.
Su alocución apenas tuvo una referencia de dos segundos al coronavirus.
En el resto del país hubo más cautela. En Florida, las autoridades decidieron cerrar las playas, lugar muy concurrido en el feriado, además de ordenar un toque de queda en Miami Beach. En Nebraska solo se permitieron pequeñas reuniones al aire libre, mientras que en California se suspendieron todas las celebraciones de espectáculos de fuegos artificiales. Desfiles, barbacoas y encuentros, todos quedaron prohibidos por el COVID-19.
FRANCIA SIN SORPRESAS
Aún queda en el recuerdo lo ocurrido el 14 de julio del año pasado en Francia. En medio del tradicional desfile militar, un soldado a bordo de una especie de patineta y llevando en sus manos un fusil irrumpió por los aires, haciendo volteretas y viajando de un lado a otro convirtiéndose en la estrella de aquella mañana. Abajo, en los Campos Elíseos, Emmanuel Macron lucía orgulloso frente a la sorpresa de los mandatarios europeos que habían llegado a París para formar parte de las celebraciones. Posteriormente, el presidente francés explicó que se trataba de Franky Zapata, campeón del mundo de jet-sky. El deportista había inventado aquel aparato, llamado Flyboard, hace algunos años y la tecnología había sido adquirida por los franceses para darle un uso militar.
Este año el desfile militar no presentó sorpresas. No hubo tropas de ejércitos invitadas ni sorpresas como las de Zapata. Por primera vez desde 1945, la tradicional parada militar fue reemplazada por una pequeña ceremonia celebrada en la Plaza de la Concordia a la que asistieron contados espectadores. Los homenajeados este año no fueron los militares. Lo fueron, más bien, los trabajadores de la salud. Representantes de los sanitarios llegaron a la plaza para recibir un largo aplauso del presidente Macron y de los pocos asistentes, mientras que una bandera azul, blanca y roja se extendía al compás de la Marsellesa.
Irlanda, el 17 de marzo; Portugal, el 10 de junio; Canadá, el 1 de julio; Venezuela, el 5 de julio; Argentina, el 9 de julio, y decenas más. Desde que la OMS consideró que el coronavirus dejaba de ser solo una amenaza y pasó a ser declarado una pandemia a mediados de marzo, medio centenar de naciones han celebrado sus respectivos días nacionales. La mayoría de las conmemoraciones se han realizado entre confinamiento y suspensión y postergaciones de actividades. La nueva normalidad exige sacrificios y, mientras no tengamos una vacuna, no hay espacio alguno para la celebración. A menos que pensemos como Trump, claro.
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