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Elecciones de EE.UU.: Posiciones y estrategias en una carrera con demasiadas turbulencias

En los últimos días se ha recortado la diferencia que separaba a Joe Biden de Donald Trump en las encuestas. Solo restan dos meses en la ruta hacia la Casa Blanca.

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El punto de partida lo dice todo. Resume las claves inequívocamente. La Convención Republicana, en la que se oficializó la candidatura de Donald Trump para tentar la reelección, contó con la presencia de cientos de personas que no guardaban distancia social ni llevaban mascarilla.
En el jardín de la Casa Blanca, en Washington D.C., el presidente y su familia, en la última noche del evento, observaban el derroche de los fuegos artificiales que explotaban en el horizonte y dibujaban la frase “Trump 2020”. Una postal inverosímil que busca inyectar entusiasmo en una elección marcada por el COVID-19.
Durante la convención se proyectó un video con fragmentos de noticieros que apuntan a que Joe Biden tiene vínculos con la dictadura china.
Y se hizo presente el miedo. “Tu voto decidirá si protegemos a los estadounidenses respetuosos de la ley o si damos rienda suelta a los anarquistas, agitadores y criminales violentos que amenazan a nuestros ciudadanos”, dijo Trump en su discurso de aceptación.
En contraposición, la Convención Demócrata mostró un escenario más acorde a los tiempos: modesto y virtual. De las dos, tuvo mayor eco aquella que rompía las reglas sanitarias, lanzaba epítetos caprichosos al adversario y comunicaba que el país estaba en un buen momento antes de la pandemia, al que es posible volver.
Las posiciones en el ajedrez son claras: Biden al centro –desde el cual busca atraer a simpatizantes republicanos decepcionados– y Trump en la ultraderecha –intentando empujar a su contrincante hacia el polo opuesto–. El problema del primero es que no genera mayores pasiones. El del segundo, que no es posible tildar de radical a quien no ha mostrado esas inclinaciones en casi medio siglo de vida política.
Respecto a las encuestas, aunque sondeos como el de Grinnell College (49% sobre 41%) y el de Suffolk University (50% a 43%) colocan por delante a Biden, la ventaja se ha reducido en los últimos días. Con ello, nada parece definitivo.
Además, en estados claves como Carolina del Norte, la diferencia entre ambos es mínima. Lo que sucede es que el número de votos es menos importante que el lugar en que se ganan ya que la mayoría de los estados suele votar siempre de la misma manera. Con ello, solo hay unos cuantos estados a disputar por los candidatos en su carrera a la Casa Blanca.
Según el promedio de encuestas, Biden tiene un margen considerable en Michigan, Pensilvania y Wisconsin, tres estados del cinturón industrial ganados por Trump por márgenes mínimos en 2016, pero algunos sondeos apuntan a que Trump cobra la delantera o ha reducido la brecha.
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Además, según diversos estudios, informa la BBC, el 70% de votantes republicanos dicen estar entusiasmados con Trump y solo el 40% de demócratas dice lo mismo de Biden.
Es el choque de dos personalidades. Una sagaz, agresiva y grandilocuente. Otra afable, lerda y poco carismática.
Capitalizar la coyuntura
Para el internacionalista Miguel Rodríguez Mackay, Trump recorre el país con rapidez para mostrarse como líder que afronta la pandemia directamente, sin mascarilla, mientras que las restricciones de bioseguridad ralentizan a un Biden de 77 años.
Precisamente el manejo de la crisis del coronavirus es un punto débil del mandatario, apunta el internacionalista Juan Velit. Esta ha dejado cerca de 188,000 muertos, colocándolo como el país más golpeado por la pandemia.
En una apuesta arriesgada, el gobierno de Trump instó el miércoles a los estados a prepararse para distribuir una potencial vacuna contra el COVID-19 para el 1 de noviembre, dos días antes de la elección presidencial, según una carta enviada a los gobernadores.
Ante esto, la candidata demócrata a la vicepresidencia, Kamala Harris, dijo que no confiaría en una gestión apropiada de la vacuna ya que Trump ha suprimido antes la opinión de los científicos y eso podría repetirse. “No me fiaría”, dijo.
En esta coyuntura, jugaría como fortaleza de Biden la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Costo, Obamacare, pero no ha sabido vender ese activo heredado de Obama, acota Rodríguez.
Por otro lado, como parte de una ola que no parece tener fin, el miércoles se difundieron imágenes de un afroamericano asfixiado por policías que murió el 30 de marzo en Rochester, estado de Nueva York.
Biden no ha sido agresivo políticamente ni ha creado una agenda atractiva en los últimos días, dice el experto, cuando debe aprovechar su temperamento de equilibrio para capitalizar los casos de violencia policial y racismo que han sido asociados a Trump. Biden se ha quedado dormido en una ventaja que decrece, añade.
En la otra orilla, apunta el internacionalista Juan Velit, Trump quiere transmitir la sensación de hombre fuerte que va a imponer “ley y orden” –su eslogan de la campaña– ante los disturbios que causan las protestas antirracismo.
La política son gestos, ademanes. Tres debates terminarán decidiendo el último tramo. Rodríguez ve a Trump mejor en la etapa televisiva y la confrontación directa. Biden no es un estratega de sí mismo, acota. Cada encuentro con mayor letalidad ya que, dice Velit, cerca de la cuarta parte de la población aún no decide su voto. Arriba del estrado, los megalómanos fuegos artificiales se enfrentarán a una cordialidad con pocos colores.
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