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[ENTREVISTA] José Rodríguez Elizondo sobre plebiscito en Chile: “Es posible que gane el ‘A favor’ de manera ajustada”
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Hoy, más de 15,4 millones de chilenos acudirán a las urnas para decidir si aprueban o no la segunda propuesta constituyente, la cual se plantea como alternativa para resolver las demandas que ocasionaron el estallido social desde octubre del 2019.
La nueva Constitución, diferente de la rechazada en setiembre del 2022 desde la ideología con la que se concibe, podría triunfar por ajustado margen, según el análisis de José Rodríguez Elizondo, abogado, periodista e internacionalista chileno quien nos concede esta juiciosa entrevista, a escasos minutos de que nuestro vecino del sur se acerque a un momento que bien podría marcar su devenir más cercano.
¿Qué tan marcadas son las diferencias ideológicas entre los miembros mayoritarios de la Convención Constitucional pasada y los del actual Consejo Constitucional?
En sinopsis periodística, están en las antípodas. Los de la Convención quisieron refundar y hasta dividir la nación chilena, pues se autopercibían como protocolizadores de un “estallido social” que más fue un conato insurreccional. En términos ideológicos, eran políticos novatos “de izquierdas”, bajo inspiración castrochavista con formato boliviano. De hecho, entre sus promotores externos estaban Evo Morales y Álvaro García Linera. Tras su rotunda derrota plebiscitaria, la psicología del péndulo y los recursos del marketing, inducen a descalificar la actual propuesta constitucional como de “de derechas” o, incluso, de extrema derecha. Sin embargo, no es el reverso simétrico de la propuesta rechazada, pues su pluralismo garantiza la existencia de las diferentes tribus políticas, desde conservadores hasta socialistas democráticos, pasando por, liberales, socialdemócratas y socialcristianos.
¿Esa diferencia conduce irremediablemente al fracaso del plebiscito? ¿Cómo analiza usted las cifras de los sondeos?
Como en el caso anterior, las encuestas son desconcertantes, pues muestran una opinión pública volátil. Hasta hace poco favorecían el rechazo de la propuesta. Pero, a medida que la fecha del plebiscito se acerca, ha crecido la cifra de los que votarían a favor y es posible que esta opción gane de manera ajustada. Las razones de ese eventual éxito cuantitativo las reduzco al desinterés: los dos “momentos constituyentes” han consumido demasiado tiempo político útil, los electores no quieren saber más del tema y cualquier resultado será evaluado como una derrota ideológica del gobierno. Por eso, en términos de lo que se espera de una Constitución -que sea una “casa común”-, será difícil hablar de un éxito cualitativo.
¿Cuáles son las propuestas que contempla el nuevo proyecto que podrían conducir a una aprobación del mismo?
Prefiero sintetizarlas en su garantía de mantener el pluralismo político, en el marco de un Estado social y democrático de derecho. Esto implica que no pretende refundarnos, plurinacionalizarnos ni discriminarnos por identidades. En definitiva, no pretende usar las técnicas del Derecho para clavar la rueda de la política en una sola dirección. Sólo lamento que, en esa línea, no haya asumido a cabalidad la tarea de perfeccionar el régimen político poniendo obstáculos a la polarización y proliferación de partidos. Para ese efecto, el coraje político exigía, entre otros temas, reducir los privilegios del personal político remunerado. Creo que volver a la austeridad privilegia el interés nacional por sobre el interés personal. En su campaña para diputado el presidente Boric obtuvo muchos votos postulando la reducción de los sueldos parlamentarios.
¿Cuáles son los procedimientos inmediatos que debe seguir el Estado chileno si se aprueba el “a favor”?
No sólo en Chile se reprocha a los políticos, en general, por estar más concentrados en sus “carreras” que en solucionar los acuciantes problemas reales de la sociedad. Por eso, habilitar una nueva Constitución, como función de Estado, será más difícil que en anteriores momentos constituyentes. Consumirá mucho tiempo legislativo y ya hay mucha impaciencia ciudadana y mucho reproche hacia “la clase política”.
De no aprobarse la propuesta en el plebiscito, ¿qué ocurre? ¿Se elabora una nueva propuesta constituyente con otros actores?
Eso colocaría al oficialismo en lo que los franceses llaman “cul-de-sac”… una calle sin salida. En lo principal porque, jurídicamente, seguiría rigiendo la Constitución vigente que, para ellos -hasta hace poco- era “la Constitución de Pinochet” o “de los cuatro generales”. De hecho, los partidos de gobierno han reconocido que “hoy” no es el momento. Por eso, lo que suceda el domingo equivale a un test de sensatez para todos.
¿Qué tan afectado, positiva o negativamente, puede verse el presidente Boric tras el resultado?
Parece claro que en esta vuelta no tiene opción gananciosa. Con todo, pienso que esta situación de “pierde-pierde” le permitiría relativizar sus opciones ideológicas, en provecho de ese bello pragmatismo que es el arte de gobernar. El mismo que hoy obliga a reconocer la irrelevancia -la carencia de contenidos- de la díada derechas-izquierdas. Sería de agradecer que, en lo que viene, se dedique a buscar consensos y colaboradores competentes, para abocarse a la cantidad de problemas no ideológicos que hoy hacen miserable la vida de muchos compatriotas. No me parece imposible, pues él suele reconocer sus errores y ha venido ganando experiencia en el arte de gobernar, gracias a su exposición y contactos en los escenarios internacionales.
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