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Fernando Torres: “Canadá favorece la entrada de profesionales jóvenes que hablen inglés”
Migró a Canadá. Trabajó como músico y en los sótanos del aeropuerto de Vancouver. Pasó por el Estado y hoy tiene su empresa. Perú21 entrevistó al abogado Fernando Torres.
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Un día llegó un sobre blanco que resbaló por debajo de la puerta. Lo abrieron y estaba escrito: “bienvenidos a su nueva vida en Canadá”. Su novia había postulado a un programa, luego de una estadía por estudios en Stanford. Aterrizaron dos en Vancouver y ahora son cuatro. Sus dos hijos nacieron en el extremo norte de América.
Abogado de la Universidad Católica. Especializado en Derechos Humanos. Fue el defensor del Pueblo adjunto en Huánuco. Pero Fernando Torres llegó a Canadá sin saber inglés y con un cajón musical que compró antes de migrar.
Se tomó una fotografía y puso un aviso. Ofrecía sus servicios como percusionista latino. A los dos o tres días varios grupos lo llamaban. Luego pasó a trabajar en los sótanos del aeropuerto de Vancouver, donde movía las maletas. Un lugar oscuro, polvoriento y bullicioso, donde en su tiempo libre estudiaba inglés. Tomó un diplomado en Estudios Aborígenes, llegó a la corte provincial de Vancouver y postuló a la universidad de British Columbia. Se graduó como consultor de inmigración. Pasó por la administración pública y hoy es director de su propia compañía que asesora en procesos de inmigración.
Vive a 25 minutos del centro, en auto o tren. Vancouver suele salir entre las cinco mejores ciudades del mundo para vivir. Un puerto que es la entrada de Asia a Norteamérica, casi en el mismo paralelo que Hong Kong. Le pregunto si volverá al Perú. Dice que la inmigración es como manejar un automóvil. Se trata de mirar hacia adelante, porque si se mira mucho por el espejo retrovisor, lo que dejó atrás, no avanzará.
-¿Qué hay de cierto que Canadá es un destino que busca y quiere migrantes?
Canadá es un país pequeño, pese a su extensión territorial. Tiene una población incluso menor a la peruana. Entonces, imagínate, con toda la extensión territorial hay muchísimo por hacer. Eso es bueno, porque ha permitido que el nivel de vida entre ciudad y ciudad sea homogéneo, y no logres advertir las diferencias que, por ejemplo, hay en nuestro vecino del sur que es Estados Unidos. Y sí es cierto que Canadá necesita gente, pero sobre todo necesita técnicos calificados, personas que puedan seguir aportando a la economía canadiense para mantener este extraordinario crecimiento de 40 años ininterrumpidos. Canadá es un país gobernable que ha preparado un sistema de inmigración eficiente. Hay que llegar a Canadá a través de un sistema.
-¿Qué implica llegar a través de un sistema?
Tenemos la idea, sobre todo en el Perú, que la inmigración es lo más parecido a lo que hizo un vecino en Estados Unidos: llegar como se pueda. Y eso no funciona en Canadá, porque te conviertes en un paria. El ratio de ilegalidad es muy bajo y, además, es un pésimo negocio, porque el ilegal, a diferencia de EE.UU., no puede comprar, no puede vender, no puede sacar una licencia, no puede acceder a los sistemas de salud. Para llegar a Canadá hay muchísimas puertas: si eres un profesional joven, si quieres venir a estudiar, si has encontrado un trabajo desde tu país de origen. En los tratados de libre comercio Perú tiene una grandísima ventaja.
-¿Qué se tiene que hacer para aplicar?
Un autoanálisis. Un requisito es alguna de las lenguas oficiales de Canadá: inglés o francés. Se requiere un nivel mínimo o intermedio. Aquí el español no es idioma relevante. También es necesario tener estudios superiores o técnicos, experiencia de trabajo. Y si estás debajo de los 30 años y más los requisitos anteriores, puedes venir por la puerta grande, que significa llegar como residente permanente desde el día uno. Canadá favorece la entrada de profesionales jóvenes que hablen inglés. Por otro lado, está pasando bastante que los peruanos que están sobre los 45 años que quieren venir se han incrementado en, por lo menos, 400%; en ese caso, podrían venir primero a estudiar, el cónyuge viene a trabajar y los hijos en edad escolar se insertan en la educación pública canadiense; digamos que 30 mil dólares es el presupuesto mínimo que necesita una familia de cuatro para venir a Canadá.
-¿Toda esta información es pública, cómo se accede?
Claro. Hay un mar de información en la página oficial de Canadá.
-¿La labor de usted es mediar en ese proceso?
Soy consultor de inmigración acreditado. Veo derecho de inmigración canadiense. Ayudo desde el punto de vista técnico. Entonces, por ejemplo, alguien me dice: “soy ingeniero, tengo mi esposa enfermera, dos hijos, esta cantidad de dinero y no sé cómo llegar a Canadá”. Con mi equipo los ayudamos a establecer una estrategia, como quién de los dos cónyuges es el mejor postulante.
-¿Por qué diría que salió a adelante en Canadá?
Porque no tenía otra opción. Vine a los 30 años y a esa edad podía cometer algunas locuras. Vine seguro de que me iba a ir bien. Pero la palabra inmigración y fácil no caben en la misma oración. Para la inmigración hay que tener muchísima disciplina, hay que tener una piel muy gruesa. La inmigración es un acto de valentía. No tomé la decisión correcta, pero nosotros la hicimos correcta cada día, estudiando, levantándose temprano. En el aeropuerto empezaba a las 4 de la mañana y lo hice por cinco años, y muchos profesionales eso no lo soportan. Las cosas no pasan rápido en la inmigración.
-¿Es cierto que Canadá es uno de los mejores lugares para vivir?
Canadá es de los cinco mejores lugares en educación pública en el mundo. Pero tampoco es el paraíso. Tiene problemas por resolver, pero no son los problemas que nosotros tenemos en el Perú. No hay niños en la calle, no hay extrema pobreza, todo el mundo tiene una casa, todos tienen agua y calefacción. Hay pueblos a menos de 40 grados donde no se muere nadie. No es posible que en el Perú se muera la gente a menos de cinco. La gente paga sus impuestos, que los ves en la calle.
-¿Volverá al Perú?
Hemos vuelto al Perú una sola vez. Mis objetivos son de aquí a dos, tres años; no sé qué pasará en 10 años.
AUTOFICHA:
- “Soy Fernando Bruno Torres Montoya. Tengo 46 años, nací en Lima. Acabé el colegio y entré a la Católica para estudiar Derecho. Me especialicé en Derechos Humanos, incluso hice estudios de maestría también en la PUCP. He estado en Costa Rica en la Corte Interamericana”.
- “Me ha costado 12 años llegar hasta donde estoy. Podría decir que ya llegué a primera división. Lo que quería era mi independencia. Soy el director de mi empresa que se llama Fernando Torres Immigration Consulting Services, después de haber pasado por el Estado canadiense”.
- “También le debo mucho a las plataformas virtuales, que me dieron la oportunidad de conocer a mucha gente y que la gente me conozca a mí a través de mi canal de YouTube, de Facebook e Instagram, donde tengo muchos seguidores. Mis videos los han visto más de dos millones de personas”.
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