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Fútbol y dolor

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Fecha Actualización
La escena es espeluznante. Cerca de tres mil seguidores del Arema FC invaden una cancha de fútbol. Lo que suele ser una tradición de festejo y alegría por un trofeo ganado esta vez es la imagen de la muerte. Los revoltosos han ingresado para agredir a los jugadores de su propio equipo, que acaban de perder contra el Persebaya Surayaba, el acérrimo rival. Pero en el medio se han topado con las fuerzas de seguridad, lo que desató una gran batalla campal. Todos corren sin dirección, mientras las bombas lacrimógenas se disparan a discreción. Los árbitros huyen, los jugadores intentan perderse para evitar la furia de los hinchas, pero, sobre todo, para escapar de los gases que ya se apoderan del campo. Unos 42 mil espectadores son los asistentes a un estadio que solo tenía capacidad para 38 mil.
La situación se ha vuelto incontrolable en el estadio. El humo de las bombas lacrimógenas salta también a las tribunas, provocando estampidas humanas en distintos puntos. El pánico provoca que adultos y niños busquen salir pronto del recinto. Es ahí que llega la danza de la muerte. Las aglomeraciones obstruyen las salidas. Algunas personas sufren asfixias en medio del caos, se desmayan por las nubes de gases y otras terminan aplastadas. El saldo final sería de terror: 125 muertes y 323 heridos. Según cifras de las autoridades de Indonesia, 34 personas perdieron la vida dentro del estadio, el resto lo hizo camino a los hospitales o ya estando en ellos. “Los aficionados murieron en los brazos de los jugadores”, contó Javier Roca, entrenador del Arema FC.
32 de los fallecidos eran niños que fueron llevados por sus padres para disfrutar de una fiesta deportiva.
De esta forma, Indonesia se convirtió el pasado sábado 2 en sinónimo de fatalidad. Los videos de los disturbios en el campo, de la gente escapando de los gases y de los cadáveres en los pasillos del estadio han dado la vuelta al mundo. A una semana se siguen buscando culpables. ¿Los hinchas por haber provocado los disturbios? ¿La brutalidad policial que ya es recurrente en ese país? ¿La organización paupérrima de un evento que se sabía de alto riesgo?
Nuevamente, el fútbol se ha juntado con la muerte. Una relación que infelizmente no es inusual.
Muerte en el Nacional
La tragedia en Indonesia fue clasificada como la segunda mayor de la historia del fútbol. Se tuvo que retroceder más de medio siglo para ubicar el funesto hecho que encabeza la lista. El 24 de mayo de 1964, el Estadio Nacional de Lima fue el escenario de una desgracia deportiva en la que 384 personas perdieron la vida.
Un gol anulado generó la peor tragedia del fútbol peruano y mundial. Aquella tarde la selección juvenil peruana de fútbol necesitaba ganar o empatar a Argentina para estar cerca de la clasificación a las Olimpiadas de Tokio. El encuentro se puso cuesta arriba para los peruanos ya que Argentina se adelantó en el marcador durante el inicio del segundo tiempo. Sin embargo, diez minutos antes del final llegaría la reacción peruana, tal como lo contó hace algunos años Héctor Chumpitaz, el legendario defensa de la selección peruana que estuvo presente en aquel partido a sus 21 años. “En una jugada un defensor argentino fue a rechazar una pelota, pero mi compañero Kilo Lobatón levantó la pierna y el balón golpeó en él y terminó en gol. El árbitro consideró que había sido falta y anuló el gol. Esa fue la razón del descontento en la grada”, contó el defensa.
El partido continuó pese a la polémica, pero los reclamos se fueron calentando en las gradas. Al poco tiempo, sobre los cuarenta minutos de juego, un hincha apodado como el ‘Negro Bomba’ saltó al césped para agredir al árbitro. Las crónicas de la época cuentan que se trataba de un sujeto fornido de más de noventa y cinco kilos, conocido por ser guardaespaldas de mafiosos y delincuentes. La Policía entonces no tuvo mejor idea que seguirlo a golpes, pero al ver que no lo podían detener, soltaron a perros adiestrados. Tras lograr su cometido, el invasor sería molido a golpes en pleno campo. En medio de tribunas exaltadas, otro hincha entraría al campo, repitiéndose la escena. Es así como las gradas escandalizadas por la brutalidad policial comienzan a volverse incontrolables.
Desde las tribunas se comenzaron a lanzar objetos contra la Policía, mientras algunos otros hinchas llegaron hasta la cancha. Desde las cabezas de la Guardia Civil se ordenó disparar gases lacrimógenos hacia las gradas para contener a las turbas. La tribuna norte fue la más afectada. Algunos hinchas intentaron colgarse de las mallas buscando entrar al campo, otros subieron hacia lo más alto del estadio, pero la mayoría intentó salir del recinto por los pasillos. Fue una trampa mortal. Al poco tiempo se dieron cuenta de que las puertas hacia la calle estaban cerradas. En medio del desastre, muchos cayeron al suelo y fueron pisoteados por el resto que huía de las nubes tóxicas. Los diarios señalaron que la mayoría de los muertos fueron jóvenes entre 18 y 22 años y un 10% niños y otro 10% mujeres. Algunos testigos contaron que los cuerpos apilados a las afueras del Estadio Nacional llegaron a medir hasta dos metros.
Fatalidad
Pero los estadios han soportado otros dramas fatídicos. Como la tragedia de Heyse (Bruselas), protagonizada por hinchas de la Juventus y Liverpool, donde murieron 39 personas en mayo de 1985. Cuatro años después, 96 seguidores del mismo club inglés perdieron la vida aplastados a causa de una avalancha en el antiguo estadio de Hillsborough en Sheffiel. En Egipto, en febrero de 2012, disturbios entre aficionados del club local Al Masry y el club cairota Al Ahly causaron 74 muertos y cientos de heridos en Puerto Said.
En nuestra región, otro de los hechos más sonados tuvo como protagonista a Boca Juniors de Argentina. Denominada La Tragedia de la puerta 12, recuerda el suceso fatal que ocurrió en junio de 1968 en el estadio de River Plate. Unas 71 personas murieron aplastadas a la salida del partido disputado entre el equipo local y Boca. Todos los muertos eran simpatizantes del equipo xeneize.
Y precisamente Argentina fue escenario de otro hecho fatídico el último jueves, lo que nos recuerda la fragilidad de la seguridad en nuestra región. Ya había iniciado un partido entre Boca Juniors y Gimnasia de la Plata en el Estadio Juan Carmelo pero aún había gente en los exteriores que pugnaba por entrar. Ante esto, los policías volvieron a usar el material menos recomendado para atender este tipo de imprevistos: gases lacrimógenos. Pronto, el humo llegó hasta la cancha, como un calco de lo sucedido en Indonesia. El hecho, felizmente, no llegó al mismo nivel de descontrol, aunque una persona perdió la vida a causa de un paro cardíaco.
Y así la muerte sigue deambulando por una cancha de fútbol.
Dato
El organismo rector del fútbol mundial, la FIFA, especifica en sus regulaciones de seguridad que los delegados o la Policía no deben portar ni utilizar armas de fuego ni “gases para el control de multitudes”.
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