En medio de cenizas y las ruinas de lo que era una lujosa casa en la paradisíaca Malibú, la perrita Tulla inspecciona cada rincón en busca de víctimas de uno de los voraces incendios que asolaron Los Ángeles. Se detiene junto a un botellón de gas, y comienza a ladrar.
No hay nada allí que indique que en ese exacto lugar puede haber algo abajo del mar de escombros pero, gracias a su privilegiado olfato sabe que sí es así. Segundos después, su colega Rampage entra al terreno y rápidamente identifica el mismo lugar con sus ladridos. Ambas ayudaron a encontrar a dos víctimas de los siniestros.
La Corte Suprema avaló por unanimidad el viernes una ley que contempla la prohibición a partir del domingo de la red social si sus propietarios chinos no la ceden en venta hasta el 19 de enero.
"Tenemos miles de hogares que ardieron en esta área. Tenemos aproximadamente quince personas reportadas como desaparecidas, así que hacemos lo mejor posible, y los perros son una parte integral de esto", dice Marco Rodríguez, del Departamento de Bomberos del condado de Los Ángeles.
"Para los perros es realmente fácil", explicó Joshua Davis, un bombero de California que ha trabajado tres años junto a Bosco, otro perro de rescate destacado en las intensas labores en la costa oeste de Estados Unidos.
"Están acostumbrados a andar en escombros, están entrenados para eso, y lo disfrutan. Es un gran parque de diversiones para ellos", añadió.
Para los animales se trata de "un enorme juego". Sin embargo, no deja de ser un labor agotador debido a los desafíos de inspeccionar escombros, muchas veces en precarias situaciones y con espacios estrechos.
Además, "hay muchos cristales afilados, clavos y escombros que pueden herirlos", aclara Davis, por lo que muchos, como Tulla y Rampage llevan botas para proteger sus patas.
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