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Nayib Bukele, a una deriva autoritaria: ¿Por qué la comunidad internacional encendió las alarmas en El Salvador?
Nayib Bukele, a una deriva autoritaria: ¿Por qué la comunidad internacional encendió las alarmas en El Salvador?
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Fecha Actualización
El 1 de mayo, el presidente Nayib Bukele dio un duro golpe al equilibrio de poderes en El Salvador. Se llevaba a cabo la sesión inaugural de la Asamblea Legislativa, controlada por el oficialismo, cuando se conoció que una de las primeras medidas del Parlamento recién elegido sería la destitución de los cinco magistrados de la Sala Constitucional de la Suprema Corte de Justicia y el cese del fiscal general.
Durante el último año, Bukele había tenido enfrentamientos con el Supremo. Ahora lograba debilitar la institución con su mayoría oficialista en el Parlamento. Esa misma noche se eligieron a los sucesores.
“El pueblo no nos mandó a negociar. Se van. Todos”, dijo el líder salvadoreño para defender las decisiones tomadas. “Al fin estamos construyendo una nueva historia”, agregó, mientras la comunidad internacional –incluidos EE.UU. y la Unión Europea– encendían las alarmas ante su deriva autoritaria. ¿Cómo este presidente de 39 años, millennial, de usual visera de béisbol, que despide ministros por redes sociales, y quien se considera el elegido para cambiar a una nación, ha traído nuevamente en escena al fantasma del autoritarismo?
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HISTORIAL DE ARREBATOS
En casi dos años de gobierno, Nayib Bukele ha acumulado señalamientos de corrupción, de nepotismo, una crisis económica e irrespeto a los derechos humanos y a la libertad de expresión. Sin embargo, en las calles su popularidad ha ido en aumento. Las elecciones legislativas de enero fueron una muestra. El partido de Bukele, Nuevas Ideas, celebró una victoria obteniendo, junto a sus aliados, 61 diputados de un total de 84. La mayoría absoluta.
Este apoyo le brindó la suficiente fuerza para, a través del Legislativo, dar el golpe de los magistrados. Aunque estas actitudes ya han tenido precedentes. Tras comenzar su carrera política en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), se convirtió en el alcalde de San Salvador de 2015 a 2018. Fue allí que tendría su primer encontronazo con la democracia. Al ser investigado por la Fiscalía por un caso de ataques informáticos, Bukele amenazó al fiscal general con que “el pueblo ‘lo iba a sacar de la oficina’”. Y cuando le tocó ir a declarar, lo hizo junto a miles de seguidores. A esto se le debería sumar su persecución a la prensa. Los medios El Faro, Gatoencerrado y Factum han sido sus blancos. Incluso, el año pasado su gobierno abrió una investigación por lavado de dinero contra El Faro, que días antes había publicado un reportaje en contra de él.
Debido a estas amenazas, decenas de periodistas e intelectuales de Latinoamérica enviaron una carta a la CIDH en que rechaza los ataques y señala que “la criminalización y estigmatización de los medios de comunicación y de los periodistas deterioran gravemente el Estado de derecho”. Entre los firmantes se encontraron periodistas como el estadounidense Jon Lee Anderson, los argentinos Leila Guerriero y Martín Caparrós, el actor mexicano Diego Luna, entre otros.
Pero el golpe más ilustrativo lo dio el 9 de febrero, cuando entró acompañado de militares a la entonces Asamblea de mayoría opositora para obligar a los diputados a que aprobaran unos préstamos para seguridad. Su accionar dio la vuelta al mundo.
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Es por todo esto (y mucho más) que, tras lo ocurrido el 1 de mayo, la oposición no ha dudado en decir que Bukele busca el poder absoluto. El periodista salvadoreño Óscar Martínez resumió así el actuar del mandatario en su columna en The New York Times: “A Nayib Bukele, presidente de El Salvador, le estorba la democracia”. Latinoamérica está advertida.
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