Desde entonces, el cuerpo inerte del oso cocainómano pasó por muchas manos: primero, en el Área Nacional de Recreación hasta un incendio en 1990; luego, fue robado por un ladrón, quien lo terminó “cediendo” a una casa de empeños; que a su vez, se lo vendió al músico de country, Waylon Jennings, quien se lo regaló a Ron Thompson, conocido vendedor de drogas y organizador de fiestas en Las Vegas.