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Sputnik-V: La vacuna del escepticismo
Sputnik-V: La vacuna del escepticismo
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Es mediodía del martes y Vladimir Putin luce un terno negro impecable en la oficina presidencial del Kremlin. Al frente, una cámara empieza a registrar su rostro, que, a diferencia de otros días, muestra una ligera sonrisa que compite con su seriedad habitual. Atrás, la bandera y escudo rusos. No es un día cualquiera en Moscú. El presidente lidera una videoconferencia con sus ministros que se viene transmitiendo en todo el país. El coronavirus es el tema principal. Rusia, que va rumbo al millón de casos, es la cuarta nación en el mundo más afectada. En medio de la reunión, Putin toma la palabra y coge una serie de hojas que parece leer mentalmente. Lo hace para soltar un anuncio que dará la vuelta al mundo. El tiempo dirá si se trató de la noticia del año, del siglo o simplemente una curiosidad.
“Por lo que sé, esta mañana se registró la primera vacuna contra la nueva enfermedad del coronavirus”, dice, escueto.
Lo que acaba de hacer Putin es anunciar la cura a una enfermedad que ha matado a 750 mil personas, contagiado a otras 20 millones y paralizado al mundo entero. ¿Acaso la peor pandemia en cien años está a punto de terminar?
EL SPUTNIK-V
Por el cambio de horario, en Lima eran casi las 4 de la madrugada cuando llegó la información. “Putin: Rusia tiene la vacuna registrada contra el coronavirus; su hija está entre las personas inoculadas”.
No se trataba de una confusión. Mientras daba detalles de la vacuna, Putin aseguró que una de sus hijas –no sabemos si María, de 35, o Katarina, de 33– fue inoculada con el fármaco para tratarse de la enfermedad. La mujer recibió las dos dosis de la fórmula y finalmente se sanó.
En su corta intervención, Putin aseguró también que lo que ofrecía su fármaco es una inmunidad verdadera contra el COVID-19, que había sido desarrollado por Instituto Gamaleya de Moscú y el Ministerio de Defensa ruso, que se necesitaba de dos dosis para que tenga total efectividad, que había sido testeado en “varias” personas y que fue bautizado como Sputnik-V, en recuerdo del primer satélite puesto en órbita en la época soviética.
“Me gustaría repetir que ha pasado todas las pruebas necesarias”, dijo titubeando.
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Las autoridades médicas informarían después que la producción en masa de la vacuna se iniciaría en setiembre, su administración empezaría en octubre y se estaría repartiendo al resto del mundo en enero de 2021. La noticia corrió rápido. Al amanecer del martes, todos los portales de noticias en Lima ya tenían la buena nueva, una luz de esperanza para una sociedad que parece correr a contrarreloj para acabar con esta pandemia.
Pero aún no se terminaba de digerir el anuncio cuando se escucharon las primeras voces de un escepticismo que tomaría más fuerza con el pasar de las horas. Razones había. ¿Acaso Putin se adelantó a dar un anuncio para rememorar la grandeza científica de la Rusia de otros tiempos? ¿Se trató de un golpe propagandístico en medio de una carrera por encontrar la tan ansiada vacuna contra ese mal global?
PRUEBAS INSUFICIENTES
Actualmente están siendo desarrolladas más de 150 vacunas contra el COVID-19. A comienzos de semana la Organización Mundial de la Salud informó que 28 de ellas están siendo sometidas a ensayos clínicos, mientras que solo seis se encuentran en la fase 3, la última de las etapas y la que requiere testeos a miles de personas. En el mejor de los casos estarían listas en el primer trimestre de 2021. Justamente el organismo indicó que colocaba sus “esperanzas” en ese pequeño grupo y nombró sus procedencias: tres son de China, dos de EE.UU. y una del Reino Unido. No nombró a la Sputnik-V.
Y no se trató de ningún olvido. Durante el anuncio, las propias autoridades rusas afirmaron que no se encontraban en la fase 3. Más bien, recalcaron que sus pruebas correspondían a testeos eficaces en animales y, posteriormente, en dos grupos de 38 voluntarios cada uno. Según los protocolos sanitarios, estas corresponden a las fases 1 y 2 del proceso.
LA OMS exhortó a tomar el anuncio de Rusia con mucha cautela. “Acelerar los progresos no debe significar poner en compromiso la seguridad”, dijo un funcionario recordando que semanas atrás ya le habían pedido al país de Putin que se apegue a los procedimientos internacionales.
A esto se suma una segunda observación. El Instituto Gamaleya no ha divulgado la investigación y resultados sobre la seguridad e inmunidad de sus pruebas.
Con todos esos elementos no sorprendió que científicos de Alemania, Francia, España y EE.UU. salgan a señalar que la vacuna rusa es —por lo menos— sospechosa. Anthony Fauci, responsable del Instituto de Enfermedades Infecciosas de EE.UU., también la puso en duda. “Espero que los rusos realmente hayan probado de forma definitiva que la vacuna es segura y eficaz. Realmente dudo que lo hayan hecho”, dijo Fauci a National Geographic.
Desde Rusia han sido tajantes en decir que “no hay fundamento” para tener dudas de su vacuna y acusaron a Occidente de reaccionar de forma negativa al darse cuenta de las ventajas competitivas del Sputnik. Aunque también han reconocido que realizarán la tan ansiada fase 3 al mismo tiempo que producen y distribuyen la vacuna entre su población.
En su podcast en CNN, el especialista en salud pública Dr. Elmer Huerta indicó que Rusia tiene la capacidad de lograr una vacuna; sin embargo, puso sus dudas sobre si se debe confiar en este fármaco “cuyos estudios y eficacia están basados en una conferencia de prensa”. “Solo el tiempo dirá si esta es realmente una vacuna efectiva y segura que ayude a la humanidad o una maniobra política y de propaganda destinada a posicionar a Rusia como la que hizo el primer movimiento en el ámbito científico internacional”, comenta el especialista peruano, con una incredulidad que es compartida por gran parte del mundo.
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DATOS
-Kirill Dmitriev, responsable del fondo soberano de Rusia, aseguró que ya tienen acuerdos internacionales para producir 500 millones de dosis y solicitudes de más de 1,000 millones de dosis procedentes de unos 20 países.
-El gobierno del Estado de Paraná, Brasil, anunció que llegó a un acuerdo con el gobierno de Rusia para poder producir la vacuna Sputnik-V.
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