El dilema chileno [INFORME]

El número de ciudadanos que irá a votar este domingo también resulta una incertidumbre. En Chile, un país con el voto voluntario instaurado desde 2012, la participación en la primera vuelta fue tan solo del 47%. Una respuesta a esta ausencia se encontraría en una suerte de “fatiga electoral” ya que en 15 meses los chilenos han debido sufragar en el plebiscito constitucional, elecciones para elegir convencionales, alcaldes, concejales y gobernadores, primarias presidenciales, primera vuelta presidencial, parlamentarias y ahora la segunda vuelta. Actualmente, ambos candidatos –y otras figuras– han pedido encarecidamente a la ciudadanía ejercer su derecho e ir a las urnas este 21 de diciembre.

En unas horas será confirmado al reemplazante del presidente Sebastián Piñera, quien pondrá fin a su segundo periodo en el Palacio de La Moneda. Otro dato: Chile llega a una elección sin Piñera y Bachelet tras 16 años.

A continuación, cinco puntos clave de los comicios de este domingo.

El camino para Gabriel Boric y José Antonio Kast ha sido muy largo (hace menos de un año nadie se los imaginaba en segunda vuelta), pero ambos son la representación de un país con fuertes desigualdades. Algunos analistas sostienen que se trata de una elección polarizada, mientras otros mencionan que su intención de convencer a ese 46% que no votó por ninguno en primera vuelta los ha obligado a desencantarse de sus radicalismos y moderarse. “Se trata de una elección entre el orden y el cambio. Kast representa un orden sin cambio y Boric, un cambio sin orden (…). Creo que en ambos casos son elecciones de mal menor”, explica el politólogo Carlos Meléndez. “Es una elección entre el pinochetismo y el anticomunismo”, agrega.

Históricamente en Chile han reinado dos tendencias políticas: la derecha y la centro izquierda; sin embargo, ahora el panorama presenta dos extremos como resultado de distintos factores, entre ellos la crisis de representación de los partidos políticos y la baja participación electoral. Todo ocurre en medio de la convención constituyente para reformar la Constitución Política de 1980 y el estallido social de 2019, que dejó al menos 31 muertos.

El exlíder estudiantil y diputado de izquierda Gabriel Boric ha buscado posicionarse como el candidato de los “cambios profundos”. Líder del Frente Amplio, tiene como aliado al Partido Comunista. “Si Chile fue la cuna neoliberal, también será su tumba”, aseguró en julio. La primera vez que se supo de él fue durante las movilizaciones estudiantiles de 2011. “Boric es un dirigente estudiantil contestatario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Surge como una izquierda juvenil, en un momento en que los partidos políticos están desprestigiados”, comenta el analista internacional José Rodríguez Elizondo.

Ha mencionado que buscará una recaudación de cinco puntos del PIB en los cuatro años de Gobierno y así combatir la desigualdad y cubrir las demandas sociales. Asimismo, aprueba el cambio de Constitución.

Kast, en política desde hace más de dos décadas y defensor acérrimo del modelo neoliberal, presenta un perfil muy distinto al de su rival: católico ferviente y padre de nueve hijos. Forma parte de un clan familiar que tuvo lazos políticos con la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), un régimen con el que se ha mostrado complaciente en diversas ocasiones. Una investigación mostró un documento que evidenciaba que su padre se inscribió voluntariamente al partido nazi; sin embargo, él ha asegurado “aborrecer” a esta agrupación. Es abogado por la Universidad Católica y, junto a su familia, son miembros activos del movimiento católico conservador Schoenstatt.

“El comunismo es el mismo en todo Chile y en todo el mundo. Son los mismos y no nos van a engañar”, dijo en su mitin de cierre esta semana. En esta segunda vuelta ha priorizado centrar sus promesas en la recuperación del orden y la lucha contra la delincuencia. Durante la campaña de primera vuelta no dudó en mostrarse contrario al aborto, el paso de migrantes irregulares y al matrimonio igualitario. Aseguró que eliminaría el Ministerio de la Mujer, pero hace unas semanas dio marcha atrás.

Las últimas encuestas presidenciales han contribuido a aumentar la incertidumbre en el país sureño. El jueves, un sondeo de Reuters ubicó a Kast al frente de las preferencias con un 48.5%, mientras que a Boric le otorga un 48.4%, un empate técnico por donde se le mire. Los resultados se muestran muy distintos a los primeros días siguientes a la primera vuelta. Aquellas cifras presentaban varios puntos de ventaja para el diputado y exdirigente estudiantil izquierdista, pero la diferencia se ha ido acortando en los últimos días.

Los analistas, sin embargo, no se atreven a lanzar un ganador y alertan que, en todo caso, el resultado será muy ajustado y se definirá voto a voto. Por otro lado, una de las grandes incógnitas es qué hará el 12.8% de los que votaron por el aspirante Franco Parisi, un polémico economista que llevó su campaña de manera digital desde su residencia en EE.UU.

Lo que le ocurrirá a Chile el domingo será seguido por toda la región, en un momento donde se vienen definiendo cargos y venciendo algunos mandatos. Este año hubo elecciones presidenciales con distintos resultado en la región. En Ecuador ganó la derecha, mientras que en Perú y Nicaragua, la izquierda. Con 10 gobiernos de izquierda o centroizquierda y 10 de derecha, Latinoamérica definirá con los comicios de Chile, Colombia (2022) y Brasil (2022) qué ideología dominará la escena regional en los próximos años.

Por el momento, ningún mandatario latinoamericano ha hecho eco de alguna preferencia clara entre los aspirantes. La que sí lo hizo fue la expresidenta chilena y ahora alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, quien no dudó en mostrar apoyo a Boric. Por otro lado, el Nobel peruano Mario Vargas Llosa dijo que muestra su respaldo al aspirante ultraconservador. Uno a uno, los candidatos han ido recolectando votos y se espera un final de película para este domingo.