“El limeño es de puertas adentro”, explica Javier Luna, frente a su altar particular. “Aún funciona la idea de los limeños en las iglesias. La gente sigue yendo a San Francisco, aunque esté maltratada, a rezarle a san Judas Tadeo”, cuenta Luna, quien explica el paralelo entre Cristo, el político, y la coyuntura peruana.