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Así estamos
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1. “Jodidos pero contentos” fue la respuesta de un taxista al día siguiente de la victoria contra Islandia. La gente habla de Gareca como la salvación llegada de Argentina que consiguió inaugurar una nueva etapa en nuestra selección y hacernos sentir las emociones que nos permitan dormir sonrientes después de una victoria. Romper con el escepticismo y el marasmo de los aficionados no ha sido fácil, recordemos los resultados del inicio del trabajo de Gareca.
Pero después de que el seleccionado consiguió hacer “click” con la hinchada, la cosa no ha parado. No importa que se pierda un partido, si se jugó bien. En realidad, una vez que la gente ha saboreado la pasión que regala la victoria del equipo, es como si se vacunara de optimismo el alma aunque, como se sabe, la vacuna nos protege solo determinado tiempo, y si no cuidamos los logros alcanzados, el escepticismo regresa fortalecido. Hay quienes solo veían fútbol de equipos extranjeros. Estaban cansados de sufrir nuestras derrotas.
2. Días antes, un heladero me contestó “igualito nomás” al comentar la posibilidad del remplazo de Kuczynski por Vizcarra. La gente se mostraba hastiada hasta el cansancio de contemplar las pugnas estériles, poco creíbles y hasta aburridas entre el Ejecutivo y el Congreso. Sí, del Congreso todo, sin hacer mayores distingos, salvo una minoría interesada, o mejor dicho, con intereses en la política cotidiana. Ha bastado solo algunos días para que la situación comience a cambiar, es como si se hubiera llevado un despertador a Palacio, o se hubiera recompuesto de emergencia el motor de un ya maltratado auto, no porque hubiera recorrido en demasía, sino al revés, porque se le había bajado la batería por poco uso.
El presidente Vizcarra no es Gareca. La política tampoco es igual al fútbol, pero tienen algo en común. Se trata de que los jugadores sepan despertar la ilusión de los espectadores.
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