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Un discurso mediocre de un presidente mediocre
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Confieso que nunca me han gustado los discursos de Fiestas Patrias, pues los asimilo a anuncios desastrosos. Soy de una generación traumada que sufrió “los goles de media cancha” de Velasco para hacer barbaridades o las estatizaciones y otras tonteras confiscatorias del insoportablemente demagogo García I. Y, en menor medida, he soportado los discursos líricos y surrealistas de Belaunde, las largas y aburridas exposiciones de Fujimori y García II, o el insoportable engolamiento vocal de Toledo. Tampoco nunca me ha gustado la payasada previa del presidente yendo caminando hacia el Congreso. Y me repele la eterna adulonería de parte de la prensa al poder en estas fechas. Otrora un locutor sobón, de la época de los “parametrados” velasquistas, gritaba “¡allí va Juan del pueblo! ¡Mi general se quita el quepí y saluda! ¡Allí está a su lado Consuelo, el consuelo de los pobres!”. Hoy la cosa es menos rochosa entre los coleguitas: se le adula repitiendo sus frases por Twitter o algún medio cuelga fotos de Vizcarra preparándose en Palacio.
Confieso también que escribo todo lo anterior porque me va a sobrar espacio para este último discurso de Fiestas Patria de Vizcarra, que se puede resumir en mal castellano, palabreo barato (hasta citó al pobre Winston Churchill), arengas huachafas, regaños, promesas de obras que no se van a cumplir, cortinas de humo para insinuar grandezas de estadista como ese Pacto Perú y regalar algo más del dinero público. Un discurso pobre y mediocre, que refleja perfectamente la mentalidad y gestión de Vizcarra.
Los cínicos me dirán que no se le puede pedir peras al olmo y que por lo menos no anunció algún disparate ni buscó una nueva pelea y eso ya es bastante en el Perú para irse a almorzar contento en Fiestas Patrias. Creo que lo mejor del discurso de ayer es que faltan ya solo 365 días para que se largue Vizcarra.
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