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¿Alguien tiene ganas de ser alcalde de Lima?
Que una autoridad “no se muera por volver a postular” dice mucho de las ganas que hay que tener para ser alcalde. Si no tiene ganas, pues ya sabemos lo que nos espera con la Villarán: una gestión sin ganas.
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Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantesPor cómo va la cosa parecería que todos quieren llegar a convertirse en el alcalde de Lima. Pero el hecho es que, a cuatro meses de las elecciones municipales, a pocos de los que corren les quita mucho el sueño Lima. Y eso es fatal para la ciudad.
Empecemos por la Villarán, la alcaldesa en funciones. "No es que se muera por volver a postular", ha dicho su exteniente alcalde Eduardo Zegarra, en una entrevista en la que, paradójicamente, saludaba que la "Coalición democrática por Lima" lance la candidatura de Villarán a la reelección. No vamos a perder el tiempo con quiénes son la "Coalición". Sí vamos a rescatar la sinceridad de Zegarra. Tiene razón. A Villarán la idea de volver a la alcaldía no le debe animar mucho. ¿Cómo podría si en estos últimos cuatro años la capital se le ha escapado de las manos con un 70% de desaprobación ciudadana? Es decir, 7 de cada 10 limeños considera que su gestión no ha estado a la altura de sus expectativas. ¿Por qué tendría que estarlo los próximos cuatro años? ¿Qué ha cambiado en ella? ¿Qué en su entorno? ¿Qué en su administración?
Así, pues, que una autoridad "no se muera por volver a postular" dice mucho de las ganas que hay que tener para ser alcalde. Digo, para ser un buen alcalde. Si no tiene ganas, pues ya sabemos lo que nos espera con la Villarán: lo mismo que en los últimos cuatro años. Es decir… una gestión sin ganas.
Sigue Luchito. Seamos sinceros. A Castañeda tampoco le interesa volver a ser alcalde de Lima. Ya lo fue en dos ocasiones y con éxito si nos atenemos a la percepción de la opinión pública. Encabeza las encuestas con más del 50% de intención de voto. Pero el hecho es que para Castañeda Lima es el premio consuelo. Lo fue en el 2003 y, con mayor razón, lo es en el 2014, o sea hoy.
Lo suyo siempre ha sido la presidencia. En el 2000, antes de ser alcalde, y en el 2011, luego de serlo. Fracasó en ambos intentos. El IPSS no fue suficiente la primera vez y la alcaldía tampoco la segunda. ¿Con qué ganas, pues, quiere repetir el plato ahora si sabe que ser alcalde no sirve para ser presidente? Bueno, con las mismas ganas del que no propone nada nuevo para Lima porque vive de los laureles del pasado. En eso se funda toda su campaña. ¿Y del futuro alguien lo ha escuchado decir mus? No, porque en el futuro están siempre las ilusiones de ser presidente, no las de ser alcalde de Lima. ¿Quién pierde? Pues, Lima.
Finalmente viene el pelotón. No es una ofensa para mis amigos que postulan. Es simplemente una calificación demoscópica. Estar detrás de la Villarán en las encuestas es estar en el pelotón. A primera vista los del pelotón serían los que más ganas tienen de postular y, por tanto, de ser alcalde de Lima. La lógica, sin embargo, no tributa a la política.
Que tienen ganas de postular es un hecho. ¿Cómo no la tendrían aquellos que tienen 1%, 2% o 3% de intención de voto? Pero de ahí a que tengan ganas de ser alcalde de Lima es otra cosa. ¿La tienen? Por lo menos no muchos de ellos. En secreto admiten que las posibilidades son casi nulas. Algunos palomillas evocan milagros: ¿si la Villarán llegó, por qué no yo?
Aun así consideran que sus candidaturas "no tienen pierde". ¿Por qué? Porque de lo que tienen es ganas de postular para tener tribuna, cámara, micrófonos y titulares. O sea, para usar su "candidatura municipal" de trampolín para una congresal de aquí a un par de años. Eso es todo.
¿Y Lima? Pues esperando que alguien tenga GANAS de ser su alcalde. ¿Quién será? El que las tenga puede hacerla linda.
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