Como había anunciado el presidente Donald Trump al mundo, Estados Unidos puso en vigor aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio en su país, generando automáticamente, en respuesta, medidas similares de la Unión Europea, Canadá y China a los productos estadounidenses.
Trump ha reiterado su intención de ir hasta las últimas consecuencias con su plan proteccionista —durante su campaña reiteró en numerosas oportunidades que “aranceles” era una palabra que le encantaba— para restituir, según su punto de vista, la equidad en el comercio internacional. “Han abusado de nosotros durante mucho tiempo, ya no abusarán más”, ha dicho el republicano, asegurando además que “claro que responderemos” a las medidas que aplicará la Unión Europea.
En medio de este fuego cruzado de aranceles, Perú alista medidas en caso de que el gigante del norte mantenga la imposición de gravar a los productos agrícolas que ingresen a sus mercados. “Se está coordinando un viaje de los ministros a EE.UU. para interactuar con los secretarios de Estado. Se está trabajando un plan de contingencia, por si se presenta esa situación, que vemos poco probable”, ha dicho el ministro de Agricultura, Ángel Manero.
Por su parte, la viceministra de Comercio Exterior del Mincetur, Teresa Mera Gómez, agregó que su despacho se mantiene alerta, haciendo un seguimiento minucioso de todo lo que acontece a este respecto y viendo cómo minimizar cualquier impacto en el comercio peruano. “Debemos estar preparados y actuar con visión estratégica. EE.UU. es un socio comercial clave, no podemos ignorar los desafíos presentados en las últimas semanas”, explicó.
En efecto, corresponde no solo prepararse para evitar perder espacio en el mercado norteamericano, sino también tocar las puertas de otros mercados. El intercambio hostil de medidas arancelarias entre las potencias económicas del mundo tarde o temprano impactará en nuestras exportaciones e importaciones. Y desde luego afectará también al mercado interno.
Estamos todavía en lo que puede ser el primer tramo de una larga guerra de aranceles que pondrá fin a la era de la globalización y trastocará, no solo el orden político mundial, sino las relaciones económicas internacionales.
Todos los acuerdos comerciales entre naciones —principalmente aquellos en los que EE.UU. esté involucrado— se encuentran, en estos momentos, en situación de precariedad. El Estado peruano no puede dormirse y, más bien, debería estar planificando ya una estrategia sólida para enfrentar las sacudidas de esta nueva coyuntura internacional.
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