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Arbitrariedad y desatino en la gestión de Castañeda
“La frustrada intervención metropolitana merece ser calificada como un acto prepotente y arbitrario”.
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La gestión del alcalde Castañeda debe llevarse un premio especial de urbanismo. Todo lo que toca va contra la mejora de la vida y el paisaje citadinos. Esta semana, por ejemplo, sus funcionarios intentaron borrar tres nuevos cruceros peatonales en la calle Las Orquídeas, diseñados por el reconocido artista latinoamericano Carlos Cruz-Diez. Solo pudieron con uno gracias a la oportuna defensa del serenazgo sanisidrino.
Lo intentaron en la madrugada, sin notificación previa, en una calle que está bajo la jurisdicción distrital. Leí que el presidente de la ONG Luz Ámbar afirmaba que no se puede alterar el diseño convencional de los cruceros peatonales pues, según la norma, el piano debe respetarse. Y estos pasos no solo lo respetaban sino que, a través del uso creativo del color, lo destacaban aún más, incrementando la atención y, por lo tanto, la seguridad de los peatones.
No existe, pues, justificación formal ni funcional para este capricho. No es casual que iniciativas semejantes realizadas por el mismo artista en Barranquilla, Fortaleza, Marsella, Houston y otras ciudades amables para sus vecinos hayan sido bienvenidas. Así, la frustrada intervención metropolitana merece ser calificada como un acto prepotente y arbitrario. La verdad es que no sorprende el desatino. En abril, nos encontramos en el Pasaje Santa Rosa con una actividad de promoción de la lectura organizada por la gestión amarilla. Sobre un escenario, un payaso gritaba mientras incentivaba un concurso de baile entre escolares del Cercado. Lo rodeaban unas muchachas que le marcaban los pasos de reggaetón a los niños.
Por supuesto que nada de lo que decía este animador desaforado tenía que ver con el placer de la lectura. Lamentablemente, vimos muy entusiasmados a los estudiantes y a los municipales también. Los ejemplos sobran. Al inicio de su gestión, Castañeda no tuvo mejor idea que borrar los murales impulsados por la anterior gestión, empobreciendo visualmente el Centro Histórico. Y ahora se ha propuesto decorar los nuevos puentes que se construyen en la Vía Expresa, en abierta disonancia con el resto de puentes de esta importante vía limeña. Etcétera. Está claro que allí donde el alcalde pone el ojo, no debemos esperar una visión coherente de la ciudad. Peor aún, si no le gusta lo que otros hacen, va e intenta, literalmente, borrarlo.
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