En 2022, en el marco de los foros económicos anuales celebrados en Davos, Suiza, un panel abordó el problema de la decadencia institucional en América Latina (ver “Deciphering Latin America’s Future” en https://www.youtube.com/watch?v=LPgG8gyO1s4).
Durante la conversación, el analista internacional y columnista de The New York Times, Thomas Friedman, expresó que su principal preocupación era que existen tres presidentes que aspiran a permanecer en el cargo de por vida: Xi Jinping, Putin y Trump. Más allá de la ironía, Friedman explicó cómo la campaña del Partido Republicano en EE.UU. se apoyaba en la premisa de una supuesta conspiración que sostiene que a Trump le robaron las elecciones de 2020.
Friedman concluyó su reflexión vinculando la posibilidad de un segundo mandato de Trump con el tema latinoamericano: “Si EE.UU. deja de ser, con todos sus defectos, un referente de la democracia, no solo mi país está en peligro, sino también, y con mayor razón, sus naciones y el resto del mundo. Sobre todo, en lugares con una institucionalidad más frágil que la estadounidense, la democracia podría estar en mayor riesgo”.
El futuro de la democracia es el principal temor que comparte casi la mitad de la polarizada población de EE.UU. En el debate Harris vs. Trump, la entonces vicepresidenta recordó al público que el expresidente Trump mantuvo mejores relaciones con los líderes de Corea del Norte y Rusia que con los primeros ministros de las democracias aliadas europeas, durante su mandato de 2016-2020. Esto resulta particularmente preocupante para la alianza militar de la OTAN, que teme que, ante la ambigüedad de Trump sobre cómo abordar el conflicto en Ucrania, el expresidente, de asumir nuevamente en 2025, presione a Zelensky para aceptar un acuerdo de paz con Putin que implique la cesión de una importante porción de su territorio.
En el Medio Oriente es posible que Trump no solo mantenga la línea de apoyo incondicional a la supervivencia de Israel, que promovieron Obama (anteriormente) y Biden (actualmente), quienes, además, presionaron al Gobierno israelí para negociar con palestinos moderados. En cambio, Trump podría optar por apoyar las políticas expansionistas y populistas del actual Gobierno de Netanyahu.
Friedman tenía razón al preocuparse por Trump.
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