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Atrapar al malhechor
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Tarde, tardísimo, a paso de tortuga, llegó el allanamiento del domicilio legal de uno de los personajes más nefastos de la política peruana de hoy: Guillermo Bermejo.
El operativo se realizó recién el jueves último, pero desde hace semanas (por no decir meses, si consideramos su anterior proceso por vínculos con el terrorismo) estaba cantado. La espera, sin embargo, se prolongó interminablemente, haciéndole un favor al encausado, que de seguro debe haber puesto a buen recaudo cualquier documento que lo pudiera comprometer.
La diligencia fue llevada a cabo por agentes de la Fiscalía de la Nación en el marco del caso Los Operadores de la Reconstrucción. A Bermejo se le imputa el delito de tráfico de influencias agravado en perjuicio del Estado.
Llama poderosamente la atención esta morosidad para ordenar un procedimiento que era ya perentorio desde la confesión de dos de sus excolaboradores que, como informó Perú21 en una serie de contundentes reportajes, describieron con lujo de detalles las coimas que cobraban a alcaldes distritales en busca de ser favorecidos con las megaobras del proyecto de Reconstrucción con Cambios, en Piura.
Dineros ilícitos que se llegaron a entregar personalmente incluso en la casa y el despacho del congresista. Más claro que eso ni el agua. ¿Qué otras pruebas necesitaban los magistrados para acelerar la investigación y el consiguiente allanamiento?
Lo cierto es que de aquí en adelante los representantes de la ley deberán aguzar el olfato y revisar hasta el último documento o material que hayan incautado para intentar así recuperar el tiempo perdido.
Se espera poder recabar todavía información valiosa de los celulares y las memorias de las computadoras incautadas. Y que se le haya levantado el secreto de las comunicaciones puede ayudar a encontrar pistas que conduzcan al fondo de las actividades de este vocinglero parlamentario de la extrema izquierda, que tantas veces expresó su desprecio por la democracia representativa.
Porque a Bermejo lo habrán sorprendido en pijama, pero no cabe ninguna duda de que estaba largamente preparado para una medida de esta naturaleza, con lo que mañas y recurseos legales para zafar el cuerpo no le faltarán.
La pelota queda ahora entonces en la cancha de la Fiscalía, de su profesionalismo y meticulosidad depende el éxito de esta investigación.
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