En el mundo empresarial está clarísimo que la cultura vertical ya fue. El modelo autoridad decide y el resto obedece es suicida, desde hace tiempo. Incluso mucho antes de que la tecnología irrumpiera con la necesidad de que generaciones distintas colaboren, al margen de la edad y el tiempo en la empresa, para poder lograr mejores resultados para los usuarios. La cultura deseable hoy es una donde la edad no importe y la jerarquía se relativice. Un gerente senior necesita que un practicante se sienta en confianza de enmendarle la plana, con respeto, tanto como este requiere guía experimentada para enrumbar su talento y conocimientos tecnológicos hacia objetivos realmente prioritarios.
Conseguir que las culturas organizacionales logren ese objetivo no es fácil, particularmente en Perú, donde la verticalidad está enraizada en la cultura. El modelo mental establecido es que la autoridad debe mandar y el resto obedecer, lo que es hoy un modelo caduco. Sin una cultura horizontal, donde todos se sientan seguros de opinar libremente, ni la autoridad va a tener todo lo que necesita saber para decidir bien, ni el resto de la organización va a poder cumplir los objetivos reales de la organización si se le prohíbe usar su criterio y tener margen de maniobra para situaciones no promedio. Eso implica que las jerarquías se entienden diferente, son roles y capacidades de decisión, ya no son lo que eran. El que está más abajo no solo puede, sino que debe cuestionar al que está más arriba, con el respeto debido.
Desde hace medio siglo se hace la diferencia entre autoridad y liderazgo. Hay personas en posición de autoridad sin liderazgo y líderes natos con inmensa influencia a pesar de no tener una autoridad formalmente establecida. Toda institución tiene que reconocer cuánto liderazgo tienen sus autoridades, y cuánto liderazgo informal existe en posiciones sin autoridad formal. Todos esos liderazgos son recursos que deben ser aprovechados para cumplir los propósitos de la organización. Una autoridad que no es consciente de cuánto liderazgo ejerce, de las ventajas y limitaciones que tiene su estilo de liderazgo, y de cómo debe complementarlo con los liderazgos informales que debe tener identificados, está haciendo mal su trabajo, punto. Necesitará asesoría para lograrlo, pero no puede no entenderlo ni dejar de aplicarlo, porque es desaprovechar parte de la energía de la organización, o sea fallar a su responsabilidad principal.
Estos mismos criterios son valiosos para el sector público, aunque más difíciles de aplicar porque el derecho sigue el modelo jerárquico y burocrático para organizar la administración pública. Pero no tenerlos en mente es renunciar a ser más efectivo. La prestación de servicios de salud pública en la selva rural no puede organizarse de la misma manera que en una posta urbano-marginal de Lima. Incluso entre las distintas comunidades rurales de la selva debe haber necesidad de flexibilidad que no necesariamente está prevista en los reglamentos generales.
Lo anterior es necesario para un mejor desempeño del Estado, en todos sus ámbitos. Ahora analicemos el caso de la presidenta Boluarte y la tesis de su nueva defensa: el coronel Harvey Colchado debe ser destituido por no respetar la investidura presidencial. The Economist opina que la presidenta Boluarte sobrevive porque no gobierna. Es objetivo que ha nombrado ministro del Interior a alguien que ha defendido narcotraficantes y policías cuestionados, y que dicho ministro ha tomado acciones que han permitido que las acusaciones por el caso Rolex dejen de estar a cargo de la Diviac, anteriormente a cargo del coronel Colchado. Esa cartera es responsable políticamente del fracaso reiterado en la captura de Vladimir Cerrón. Hay testimonios de fuentes policiales sobre “protección desde las altas esferas” y evidencia de la presencia del automóvil asignado a la presidenta en las inmediaciones del lugar desde donde fugó Cerrón la última vez. Al coronel Colchado se le critica la publicidad dada al allanamiento de la casa de la presidenta y la foto de su WhatsApp. El allanamiento permitió incautar evidencia que la Fiscalía estaba buscando. ¿Debe primar la jerarquía o el cumplimiento del propósito de la organización?