La frase “¡Ay!, y el cadáver siguió muriendo”, de César Vallejo, resuena hoy en el contexto de Petroperú, la empresa estatal petrolera que enfrenta su mayor crisis financiera e institucional y que, más allá de un mes de búsqueda de directores responsables, no puede recomponerse y, al igual que el cadáver en el poema de Vallejo, Petroperú parece estar sumida en un proceso de lenta agonía, enfrentando enormes desafíos sin lograr levantarse completamente.
Fundada en 1969, Petroperú ha sido una pieza sentimental ligada en un primer momento a conceptos de “dignidad nacional”, como nos la pretendieron vender desde el régimen militar que la creó, y en algún momento clave en la economía peruana. Sin embargo, los últimos años han evidenciado serias dificultades con escándalos de corrupción, problemas en la gestión y un mercado internacional que muchas veces no ha jugado a favor.
La renovación de la refinería de Talara, un megaproyecto que se esperaba fuera un motor de crecimiento, ha resultado generando enormes sobrecostos que han comprometido gravemente las finanzas de la empresa y, hoy, del país.
Además, la volatilidad de los precios del petróleo y las exigencias del mercado global han dejado a Petroperú en una posición frágil. La falta de inversiones en tecnología y sostenibilidad, así como una administración sujeta a los vaivenes políticos, ha impedido que la empresa pueda competir con actores privados en igualdad de condiciones.
Para muestra un botón: en el año 2019 la cuota de mercado de Petroperú era del 46%, hoy llega al 26%, con lo cual evidencia un claro camino hacia la irrelevancia.
El futuro de Petroperú depende ahora de reformas profundas que permitan modernizar su estructura y hacer frente a los retos del sector energético. Sin embargo, como en el poema de Vallejo, hay quienes creen que aún hay esperanza y que, con el apoyo del Estado, Petroperú podría resurgir y contribuir nuevamente al desarrollo del país.
El desafío para Petroperú es superar su propia inercia, demostrar que todavía puede ser relevante en un mundo donde la transición energética se impone como una realidad inevitable. ¿Será capaz de revertir su destino o, como el cadáver de Vallejo, seguirá muriendo mientras otros intentan salvarla?