Por Marcelo Graña
Los puntos más importantes de mi vida adulta pueden ser ordenados en dos ejes: las ciudades en las que viví y la música de Benito Antonio Martínez Ocasio, conocido artísticamente como Bad Bunny. El verano de 2020, por ejemplo, se ilumina en mi memoria como el momento prepandemia en el que me había mudado a Lima por un tiempo y Bad Bunny había sacado el álbum reggaetonero YHLQMDLG, con el que aprendí a rendirme al perreo boricua. Si retrocedo aún más, a los últimos días de mi vida universitaria en San Diego, recuerdo canciones como “Soy peor” (2016), con la que desarrollé una relación de amor-odio por su letra depresiva y su percusión narcotizada. En realidad, no fue hasta que salió la melódica y dolorosa canción “Yonaguni” (2021), cuando yo vivía en la Ciudad de México, que Benito demostró tener un rango artístico que sobrepasaba las letras simples de sus canciones. Para mí y para muchos de mi generación, nuestras vidas han avanzado en paralelo a su música, madurando emocionalmente en lo que él maduraba musicalmente.
Ahora, Benito regresa a las raíces emocionales y musicales de su propia tierra con el lanzamiento de su último álbum, DeBÍ TiRAR MáS FOToS (2025), un homenaje salsero a Puerto Rico y una crítica abierta a la colonización cultural que vive su patria a manos de Estados Unidos. Antes del lanzamiento oficial, Bad Bunny estrenó un cortometraje, protagonizado por el actor boricua Jacobo Morales, que imagina un Puerto Rico sin puertorriqueños. En el corto, él y su amigo Conchito, un sapo originario de Puerto Rico y en peligro de extinción, hablan de los tiempos pasados en que se comía queso de papa y los carros que pasaban por las calles tocaban reggaetón a todo volumen. La frase “debí tirar más fotos” no es solo un refrán nostálgico, sino también un lamento real para todos los boricuas que hoy ven a su tierra perder la memoria cultural.
Este atrevido álbum de Bad Bunny, que le garantiza un espacio en el amplio catálogo de virtuosos puertorriqueños, como Héctor Lavoe, José Feliciano y Tego Calderón (me oyeron bien, queridos haters), abre con una oda a los más de un millón de boricuas que viven lejos de su tierra en ‘Nueva Yol’, pero que logran mantener viva la cultura con su baile, su música y su mofongo. La canción “BAILE INoLVIDABLE” es un cambio de ritmo inesperado; una salsa celebratoria y trompetera con un coro bellísimo, voceado por jóvenes del Conservatorio Público de Música de San Juan, que dice: “No, no te puedo olvidar. / No, no te puedo borrar. / Tú me enseñaste a querer. / Me enseñaste a bailar”. Quien le enseñó a Benito a querer y a bailar no solo fue un amor adolescente, sino Puerto Rico mismo. A lo largo del disco, Bad Bunny convierte la metáfora en anáfora y deja un claro mensaje: “Quieren quitarme el río y también la playa. / Quieren el barrio mío y que abuelita se vaya. / No, no suelte’ la bandera ni olvide’ el lelolai. / Que no quiero que hagan contigo lo que le pasó a Hawái”.
Pero este no es un álbum amargo. Todo lo contrario. Es un profundo agradecimiento a Puerto Rico, una celebración plenera y alegre de la cultura jíbara, desde el pitorro de coco que caracteriza las fiestas boricuas al café con ron de un atardecer en la isla. DeBÍ TiRAR MáS FOToS es la culminación de lo que Bad Bunny ha tratado de decir desde el principio de su carrera, que su gran amor no es una chica con la que salió en la adolescencia llamada Gabriela Berlingeri, ni mucho menos Kendall Jenner, su gran amor es su hogar, su tierra, su gente, su cultura y, me atrevo a decir, su país. Eso, su país. Porque Puerto Rico, a final de cuentas, es un país con todo lo que constituye serlo: una cultura rica, una gente con costumbres distintivas y un buen plato de arroz con habichuelas. Y todo eso, nos advierte Benito, se está perdiendo. Pero PR todavía tiene mucho que ofrecer y su más conocido embajador no se va a callar nunca del tema.
En la penúltima canción, Bad Bunny escribe: “Otro sunset bonito que veo en San Juan / disfrutando de todas esas cosas que extrañan los que se van”. Benito ha regresado a Puerto Rico para quedarse. Los 30 conciertos que dará en la ciudad este año fueron vendidos en cuestión de horas y el mundo está conociendo a su Puerto Rico gracias a su obra. Por mi parte, yo también he regresado a la tierra que me enseñó a querer y bailar. Por ahora, me aseguraré de tirar más fotos y practicar ese refrán que se ha viralizado en todas las redes: “Mientras uno está vivo / uno debe amar lo más que se pueda”.