La vida es muy corta, efectivamente, pero además los libros que se consumen en el Perú son muy pocos. Deberían, entonces, ser los mejores; no las “novedades”, que suelen ser muy poco novedosas. Una mala novela se parece mucho a otra de la misma calidad. Por lo demás, el comercio de baja literatura es tan activo en el planeta, que asistimos a un fenómeno peculiar: las editoriales propalan millonarias ediciones de la última obra de un autor, aun cuando ya no se encuentren en librerías sus libros anteriores, pues han sido descartados al cabo de pocos años. Ya son papel sin valor, como la moneda falsa.