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Más capacitación, menos asistencialismo
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Esta semana, el Minagri promulgó unos lineamientos que le permitirán a los gobiernos regionales comprar los excedentes de papa no vendidos, con la finalidad de contribuir a diversos programas sociales. Así, cada autoridad regional será responsable de determinar el precio de adquisición, el cual tendrá que estar en función a la “estructura de costos respectiva”.
Si bien esta decisión permitió levantar el paro y llegar a un acuerdo con los productores; es importante tener en cuenta que solo es una medida paliativa de corto plazo, ya que no soluciona el problema estructural que trasciende a todo el sector agrícola: la baja competitividad. El problema de los paperos es solo la punta del iceberg y la baja competitividad no es casualidad.
En el Perú, el 97% de las tierras de cultivo se desarrolla bajo un esquema de “agricultura familiar”, en el cual laboran aproximadamente el 83% de los trabajadores agrícolas del país (Minagri). Este tipo de agricultura tiende a desarrollarse en pequeñas extensiones de tierra y tener un acceso limitado a diversos “aceleradores” de producción. Por si esto fuera poco, según el IV Censo Nacional Agropecuario (INEI), entre el 40% y el 60% de familias agrícolas no poseen títulos de propiedad y solo entre el 2% y el 7% de este universo poblacional recibieron algún tipo de capacitación técnica.
Estas cifras nos anticipan la receta. Para evitar que los agricultores peruanos se encuentren indefensos frente a turbulencias de mercado, es importante capacitar, sobre todo a los más vulnerables. Sin embargo, esto será difícil de lograr si el Minagri destina solo el 0.3% de su presupuesto a mejorar las “capacidades sociales y económicas” de los agricultores, solo siete de tres mil millones de soles.
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