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Carlos Tapia: Alan García y la apología del terrorismo
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Fue en Ayacucho, el 22 de mayo de 1988. El entonces presidente llegó desde Lima para clausurar el VII Congreso Nacional de la Juventud Aprista (JAP) llevado a cabo con gran esfuerzo y coraje, dado el avance del terrorismo en la región y los numerosos atentados contra sus militantes y autoridades locales.
El presidente tenía conocimiento del ambiente crítico y radical que existía en el evento. El diputado Luis Negreiros, hijo del héroe asesinado durante la dictadura de Odría, presente en el Congreso, ya le había informado de esta situación. Se exigía que el gobierno luchara más firmemente contra la pobreza y la corrupción consideradas como causas de la subversión.
Creyendo que nunca se iba a hacer público, en su discurso de clausura, el presidente Alan García dijo: "Debemos reconocer cómo Sendero Luminoso tiene militantes activos, entregados, sacrificados (…) Esa es gente que MERECE NUESTRO RESPETO Y MI PERSONAL ADMIRACIÓN porque quiérase o no, compañeros, son militantes". Días después, fue publicado en El Comercio y nadie lo desmintió. Gran decepción entre los militares. Renato Cisneros en su conocida novela narra las reuniones secretas de su padre, el 'gaucho' Cisneros, para preparar un golpe de Estado contra quien calificaba de traidor.
El intento de nacionalizar la banca (Plan de gobierno) había fracasado. La inflación se había disparado a 1,720% en 1987 y crecía en 1988. El 14 de mayo tres militares habían muerto en una emboscada senderista, cerca del poblado de Cayara (Ayacucho). En represalia, al día siguiente varias patrullas incursionaron en el pueblo y mataron a 39 comuneros. Después, a los cinco testigos. El fiscal del caso fue el Dr. Carlos Escobar, quien amenazado de muerte se asiló en EE.UU. Premiado en nuestro país como defensor de los derechos humanos, 20 años después, fue abogado de Ollanta Humala en el caso de Madre Mía.
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