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Ceguera política
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El intento del Congreso de recortar el derecho de hacer política en el interior del país y aspirar a cargos locales a través de un proyecto –aprobado en primera votación– que elimina a los movimientos regionales ha recibido un rechazo rotundo en la ciudadanía.
Un 69% de peruanos considera que una norma de ese tipo resultaría asaz negativa, pues elimina una opción legítima para los electores, según una encuesta de Ipsos para Perú21.
Y en verdad, haciendo un ejercicio de realpolitik, a la luz de los últimos resultados, es más que una opción extra en la cartilla de sufragio. Es decir, lejos de tener una presencia simbólica, su protagonismo es mayúsculo en muchas zonas del país donde los movimientos regionales se constituyeron en la opción principal de los electores, en desmedro, por supuesto, de los partidos llamados tradicionales.
Como declaró, no sin razón, Freddy Vracko, presidente de la Asociación de Movimientos Regionales del Perú, refiriéndose al repudio ciudadano manifestado en la citada encuesta: “Las cifras no mienten. La gente percibe que los movimientos regionales son una expresión distinta de hacer política y los diferencian de los partidos políticos que ya los desilusionaron. Su visión es que hoy los partidos ya no funcionan”.
Si vamos a las estadísticas, se puede verificar que estas agrupaciones obtuvieron, en efecto, triunfos en el 85% de alcaldías y en el 60% de las gobernaturas del país. La realidad no puede ser más contundente, ni menos obvia la mala leche parlamentaria.
Entre los sucesivos abusos y desatinos a los que nos ha acostumbrado este Congreso, estamos ante uno de los más graves y peligrosos para la democracia peruana. De hecho, ya se gesta una movilización en las zonas más afectadas por el proyecto de ley y que, a no dudarlo, puede alcanzar una dimensión nacional significativa, pues, según sus líderes, ya son 70 los movimientos que han confirmado que participarán en la protesta.
En momentos en que el país necesita estabilidad política para poder remontar la crisis económica en que se encuentra, desde uno de los poderes del Estado insisten en ponerle cabe a los esfuerzos por salir del atolladero en que lo han metido, justamente, políticos incompetentes, cuando no directamente corruptos.
En el hemiciclo de la plaza Bolívar aún están a tiempo de reconsiderar su voto, en especial congresistas de regiones, en las cuales muchos de ellos deben haber nacido políticamente… como activistas de un movimiento local.
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