En septiembre se cumplieron noventa años del nacimiento de Luis Loayza. Creo que no es insensato ni hiperbólico considerar a Loayza el mayor prosista peruano desde el Inca Garcilaso de la Vega. La excelencia de su obra contrasta injustamente con su limitada difusión en el Perú. Al respecto me escribió en una carta de mayo de 2004: “Hasta ahora tenía la impresión de que todo lo que he escrito era recibido con una indiferencia casi perfecta”. Y ello a pesar del puesto que ocupa en la encuesta de Hueso Húmero sobre los mejores narradores peruanos. Su volumen de ensayos Libros extraños, publicado en España por Pre-Textos, fue muy bien recibido allá mientras que aquí pocos nos enteramos de su existencia. La calidad de su obra contrasta también con su precocidad. Cuando Loayza publicó El avaro tenía apenas veinte años. ¿A qué edad produjo esos textos que siguen exhibiendo su perfección?
MIRA: Malas artes
Otro rasgo anómalo en esta obra es su brevedad. Por qué Loayza publicó tan poco y solo a insistencia de Abelardo Oquendo es un misterio que no pude develar cuando conversé con él en Nueva York y en París. Lo cierto es que su narrativa, además de los relatos mencionados y otros de la misma época, se reduce a la novela corta Una piel de serpiente y a los relatos largos, realistas, de Otras tardes. En estos se percibe la presencia de Henry James, como en los primeros, según me escribió, la de Kafka y de Marcel Schwob. Loayza añade aquí unas prosas a las que denomina “fragmentos”; presentan escenas y empiezan argumentos inconclusos, y en su forma incompleta su sensibilidad suficiente nos conmueve.
Esta brevedad, sin embargo, puede relativizarse. A su narrativa debemos juntar tres volúmenes de ensayos y el magnífico epistolario que se encuentra en la Biblioteca de la PUCP y al que se podrá acceder dentro de unos quince años, según la voluntad de Loayza. Perdimos, claro, las cartas llevadas al fuego por su decisión y de Abelardo, hombres elegantes y discretos. También realizó traducciones de Robert Louis Stevenson, Arthur Machen, Hawthorne y Thomas de Quincey, que sus lectores agradecemos. Dos volúmenes de las obras de Loayza fueron publicados por la Universidad Ricardo Palma (2010). Ojalá aparezca pronto una reedición con las necesarias correcciones que no pude insertar por la desidia del diagramador, cuando, junto con Daniel Arenas, ayudé a Abelardo en su edición.
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