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Chivo expiatorio
“Nuestra tolerancia con la corrupción nos lleva a defender a PPK y sostener que la moción de vacancia era un golpe de Estado”.
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‘Chivo expiatorio’ proviene de un antiguo ritual judío, en el que para limpiarse de culpas elegían un chivo al que le cargaban todas las culpas del pueblo. Este era entregado al demonio, abandonado en el desierto, insultado y apedreado. Y el pueblo quedaba con la conciencia tranquila y la sensación de ser correctos.
En el Perú, para enriquecerse, utilizar recursos públicos e influencias, y doblar la justicia, solo basta sostener que es el fujimorismo el que te persigue. Lo hizo Toledo, lo hizo Humala y ahora, siguiendo el ejemplo y aupados los aliados de los dos anteriores, parecería que también PPK.
La corrupción y la privatización del Estado, esto es, el control del Estado por intereses privados, son dos caras de una misma moneda. Cuando los funcionarios públicos asesoran intereses privados, privilegian estos sobre la cosa pública, direccionando la priorización de proyectos, aumentando sus costos, y perjudican al Estado y a los ciudadanos. Así, generan rentas y privilegios en favor de ciertos sectores con acceso al poder para lograr beneficios económicos en perjuicio del resto.
Las asesorías de la empresa del presidente cuando este era ministro de Economía y primer ministro cabrían en este supuesto. ¿Por qué habiendo tantos “banquitos” de inversión, Odebrecht contrata para un proyecto en Perú a aquel que pertenece al ministro de Economía?
Nuestra tolerancia con la corrupción nos lleva a defender a PPK y sostener que la moción de vacancia era un golpe de Estado. Y así la crisis política generada por el presidente dejo de ser un cuestionamiento a PPK, para convertirse en un cuestionamiento al fujimorismo. Es el fujimorismo quien pretendía arrebatarnos esa democracia que tanto nos costó recuperar. Y así, los ciudadanos dejaron de lado sus principios y sus valores y decidieron justificar al presidente, liderados por Rosa María Palacios y Pedro Cateriano, el de la luz verde.
¿Podríamos sostener que nuestros argumentos serían los mismos si en lugar de PPK hubiese sido Chlimper el dueño de Westfield Capital, quien asesoró a Odebrecht mientras era ministro? ¿Sería capaz RMP de defender a Chlimper como a PPK? Si la respuesta es negativa, queda claro que aquí no se trata de la defensa de la democracia, del Estado de derecho ni de una lucha contra la corrupción. Se trata de sostener a un presidente en Palacio por ir contra el fujimorismo. Sin medir el daño que se le hace a la institucionalidad, a la democracia y al Estado de derecho.
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