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Somos humanos, seámoslo siempre
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Iniciamos la semana con las medidas de fuerza tomadas por los colectiveros que evidenciaron cómo la falta de un buen sistema de transporte público genera, además de informalidad, el surgimiento de soluciones paralelas para atender a las muchas personas que no encuentran ni cobertura suficiente ni condiciones adecuadas para usar los buses de los corredores complementarios u otros del sistema actual. Lo bueno es que esto sirvió para ponerles las pilas a las autoridades y parece ser que se nos vienen mejores tiempos.
Por su parte, varios incidentes graves en el tránsito dejaron víctimas mortales (al menos diez en Huánuco) e imágenes sorprendentes (como la del bus en la Av. Brasil que se queda sin toda la parte superior). Las muertes absurdas e innecesarias nos siguen pesando y no parece que, desde el gobierno nacional, se tomen en serio su responsabilidad por reducir las víctimas mortales.
Por su parte, la Municipalidad Metropolitana de Lima ha decidido disminuir la velocidad en la Costa Verde, producto también de un incidente vehicular que involucró a varios vehículos, y aunque esta es una muy buena medida para reducir las víctimas mortales y los heridos graves, es importantísimo que, además de la fiscalización de la velocidad, se puedan implementar reductores físicos de velocidad y, por ende, cambios en el diseño.
Por su parte, el ingeniero David Fairlie y Cruzada Vial se pronunciaron sobre el aparente mal diseño y la pésima gestión vial que habría provocado el descabezamiento del bus en la Av. Brasil. Es pues clave aceptar que el rol del diseño vial, junto a la reducción de la velocidad y a la seguridad con la que el conductor maneje su vehículo son factores interconectados. Si queremos dejar de morir, toca aceptar esto de una vez.
Al mismo tiempo, vimos cómo un, usualmente vilipendiado, actor del transporte: un jalador (dedicado a llenar los buses de pasajeros) protagonizó escenas heroicas al salvarle la vida a un joven que habría decidido, en un momento de desesperación, quitársela. Atónitos todos pudimos ver cómo en esos minutos se salvaba una vida. Es increíble cómo en nuestras calles puedan ocurrir ambos desenlaces: la muerte, la mayoría de las veces, pero también, como en este caso, la vida. Un renacimiento que bien vale la pena multiplicar. Con Anderson Aronés Saldaña representando la fuerza y la decisión de lo que toca hacer.
Por eso, aunque estemos en las calles hostiles de nuestras ciudades o en las carreteras macabras y veloces, nunca olvidemos que somos humanos. Seámoslo siempre.
Ps. Acompaño en su dolor a todas las familias de las víctimas de siniestros de tránsito y, en especial, a mi amigo Nacho y a la suya. Desde donde esté, procuraré que esto deje de ocurrir. ¡Se los prometo!
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